viernes, abril 19, 2024
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Sobre sindicalismo y FECODE

Por Juan Nicolas Gaviria

Durante los últimos meses he tenido la oportunidad de estudiar y entender de forma preliminar, en que consiste, de donde surgen y para qué sirve la figura sindical. Una forma jurídica que en Colombia genera sentimientos encontrados, pero que a todas luces está siendo malentendida por muchos y sobre todo MAL usada por pocos.

Este tiempo, me han servido para entender que la figura sindical resulta ser una herramienta contundente a la hora de influenciar y participar en la gobernanza de un territorio. Una estructura versátil y relevante en los escenarios sociales y políticos de nuestro país.

Entendí también que, esta figura entrega poder, seguridad, protección, pero más importante, acceso. Un sindicato tiene acceso donde pocos lo tienen y cuenta con la voz que muchos desearían tener. Por ejemplo, la asamblea general de la OIT, la mesa para la negociación del salario mínimo, entre otros espacios de gobernanza mundial y nacional de alta relevancia.

Ahora bien. Este poder que ostenta un sindicato, así como cualquier forma de poder, con el paso del tiempo y ante el anquilosamiento de figuras prehistóricas o anacrónicas, románticos de las hegemonías, tiende a usarse de forma incorrecta, incluso se pueden advertir abuso por cuenta de sus prerrogativas.

Y ahí es donde comete el error FECODE y otros de su corte dogmático. Durante décadas y al amparo del fuero sindical, han abusado de su poder; transgrediendo su propia lógica, y la lógica constitucional de nuestro país. Debemos recordar que somos un país democrático, con un modelo económico establecido y unos valores y libertades que deben prevalecer, entre ellas la libertad de sindicalizarse.

Vamos a revisar de que estamos hablando. Revisando los estatutos de FECODE, se encuentra uno con estas perlas. Y esto es solo el prólogo.

“(…) La XX Asamblea representa un rechazo contundente a las lógicas de odio y violencia que el neoliberalismo impulsa como método para exacerbar con dinámicas de guerra la movilidad de los mercados.(…)”

Vean, a mí la verdad el neoliberalismo no me mata, creo que su incorporación en nuestro país supuso una debacle industrial, pero de ahí a tratar, con una narrativa falaz, de hacerlo responsable de la violencia en nuestro país, me resulta hilarante. La violencia de nuestro país tiene su arraigo mucho antes de la aparición del neoliberalismo, incluso, se podría decir que antes de que Cesar Gaviria naciera.

Pero la diatriba continua, y no hemos llegado al capítulo primero.

“(…) El mandato de la XX Asamblea es posicionar la resistencia a las políticas educativas de corte neoliberal. Para lograrlo, necesitamos impulsar procesos de formación que le permitan a los maestros, apartarse de los planes y de la visión de la educación impuesta por el gobierno. (…)”

Atentos a lo anterior, los amigos de FECODE pretenden que los maestros adscritos a su sindicato hagan caso omiso a la constitución política de Colombia, sus normas, leyes, decretos y vayan por la libre, protegidos por el fuero sindical. Palabras más palabras menos, son una república independiente, y si su hijo cae en esa república, crecerá aprendiendo que la democracia no sirve y que el neoliberalismo es la raíz de todos los males de nuestra sociedad.

Es aquí, cuando uno se da cuenta de como se puede transformar para mal un sindicato, pasando de un cúmulo de buenos deseos, expectativas loables, a convertirse en un aparato egoísta, prepotente y envalentonado. Un cúmulo de individuos jugando a ser padres de la patria, pensando que la deben refundar; pero no recuerdo que alguien les encomendara esa tarea.

Debemos recordarles a los amigos de los sindicatos de trabajadores (de corte político) varias cosas. Primero, que la esencia de los sindicatos según el “Acuerdo 87” de la OIT documento rector de la actividad sindical, expone que este medio (el sindicato), resulta ser uno “susceptible de mejorar las condiciones de trabajo y garantizar la paz”.

También y en segundo lugar, que los sindicatos en ningún aparte del marco normativo que los regula, advierte que su misión sea alterar los modelos políticos o económicos de país en el cual operan, todo lo contrario, la escancia misma del acuerdo 87 aduce que estos se rigen bajo las disposiciones del Estado donde se ubiquen, sin que estos (los Estados) puedan vulnerar su fuero.

Y por último, y esto no es para recordarle nada a los monarcas del “estado soberano fecodiano”, esto es para usted amigo o amiga que lee este texto. El mismo acuerdo de la OIT, el 87, advierte que los sindicatos pueden existir de dos formas, tanto de empleados como de empleadores. De tal forma que, los empresarios de este Estado soberano que es Colombia, podríamos unirnos y conformar uno.

Un sindicato que defienda las libertades económicas, la democracia, el estado social de derecho, La Constitución, que garantice la prevalencia en el tiempo de La República de Colombia y trabaje por cerrar las brechas sociales a partir de la lógica, no cambiando el modelo político y económico. Un sindicato que SIEMPRE ponga a Colombia por delante.

Creo que vendría bien un contrapeso a estos actores rancios y obsoletos. Un actor nuevo, versátil, lógico y constructivista. Que acompañe la toma de decisiones del país, que sirva de veedor y facilitador, que procure la garantía de derechos con las herramientas que la ley provee y por los canales que procede.

Cosas que se me ocurren. Vamos a ver si calan y logramos poner siempre a Colombia primero, antes que a nuestros intereses personales.

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