viernes, abril 19, 2024
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(EDITORIAL) Reunión Uribe-Petro: una encrucijada con perdedor anticipado

Algunos ven la reunión entre Uribe y Petro, como aquellos encuentros de lucha libre en los que se enfrentan dos colosos enmascarados, para determinar quién es el ganador indiscutido. Esa visión es equivocada.

Otros, ven el encuentro como una claudicación de Uribe frente al narcocomunismo internacional que representa Gustavo Petro. Esa visión se sustenta en la participación del expresidente en la rendición que encabezó, después del plebiscito de 2016, pues asumió las banderas del “No” y después depuso las armas ante Juan Manuel Santos. No es una visión que se pueda descartar del todo, pues los antecedentes están a la vista de todos.

Un sector de la opinión cree que las disputas políticas terminarán –los ataques, las descalificaciones, el sicariato denigrante, las falsas noticias, la persecución judicial, etc.–, pues es el M-19 el que, en resumidas cuentas, está a la cabeza del futuro gobierno y del Pacto Histórico, y esa agrupación terrorista le debe la amnistía y el indulto a Álvaro Uribe Vélez, quien la impulsó, en su momento, en el Congreso de la República.

Esa visión es de una ingenuidad pavorosa, pues si algo caracteriza al ventajista Gustavo Petro es la mezquindad, el oportunismo y el resentimiento, lo que implica una alta dosis de revanchismo contra quien, desde siempre, ha visto como su némesis no solo en el terreno político, sino también en el plano ideológico, social y económico. Así las cosas, creer que Petro tiene una memoria favorable de las actuaciones de Uribe Vélez, perdiendo de vista el talante vengativo del terrorista-presidente, pareciera ser una consideración surgida de la deformidad moral o de la torpeza en el análisis de la actualidad colombiana.

¿Cómo se podría conciliar aquella masa de perseguidores y odiadores que medran en el Pacto Histórico con una actitud indulgente de Petro? ¿Acaso Iván Cepeda, Eduardo Montealegre, Jorge Perdomo, Iván Velásquez y Gustavo Bolívar estarían dispuestos a pasar la página, como consecuencia de la claudicación de Uribe ante el terrorista-presidente? Si Uribe Vélez está dispuesto a rendirse ante Petro, le calzaría perfectamente la frase de Winston Churchill: se quedará con la humillación y con la guerra.

Unos cuantos creen que el «perdón social» tendrá un lugar protagónico en la reunión de Uribe con Petro. De hecho, esa figura estaría sobre la mesa, como moneda de cambio, para neutralizar la persecución judicial no solo contra el expresidente, sino también contra su familia y contra su círculo más cercano. Es más: ese «perdón social» contaría con un canal «natural» que sería la JEP, a la que debería acudir Álvaro Uribe Vélez para narrar «su verdad» y así recibir la indulgencia de la «impunidad».

Así, Uribe quedaría a merced de la estrategia de Roy Barreras, un simple peón en el ajedrez planificado cuidadosamente por Juan Manuel Santos, el cual contaría en pocos meses con la cabeza de Álvaro Uribe en bandeja de plata, que es el gran sueño del ganador del Nobel de Paz. Esto representaría, finalmente, el triunfo de las decenas de atentados y de los cilindros-bomba lanzados contra la Casa de Nariño el 7 de agosto de 2002, pues terminarían con el cadáver moral del expresidente, disponible para que los carroñeros hagan lo suyo.

De hecho, esta visión parece bastante más acertada que las anteriores, pues la misión de llevar a Uribe ante el tribunal de las FARC no solo tiene el propósito de eliminarlo moralmente sino también de legitimar a la JEP ante esos millones de colombianos que todavía están en contra de esa organización parajudicial inequitativa y excluyente. Así las cosas, con Uribe sometido al «perdón social», matarían dos pájaros de un solo tiro: eliminan al expresidente y legitimarían la Justicia Especial para la Paz.

Es un hecho: la reunión entre Uribe y Petro es un terreno minado con intereses, amenazas y demasiados elementos que representan un riesgo real para el expresidente. De otro lado, el simple encuentro le brinda a Petro una victoria para apuntalar ese «pacto nacional» que solo le es conveniente al narcocomunismo y al terrorista-presidente. ¿Uribe será consciente de lo que está en juego?

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