viernes, marzo 29, 2024
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Dicen que son la verdadera opción

Por Juan Nicolás Gaviria

En primera instancia permítanme disculparme por mi ausencia hace ocho días, por diferentes motivos no logré encontrar el espacio de escribir estas líneas que suelo compartir con ustedes cada domingo ¡Si me extrañaron gracias!

Ahora vamos al tema. Hace unos meses en una columna titulada “El Puro Centro” advertía que era la postura política de moda, que todos los políticos, o posibles aspirantes a lo que fuera, querían parecer o hacer creer a sus simpatizantes a como diera lugar, que su ideología política se fundamenta en el centro ideológico.

Incluso, los ciudadanos ávidos de evitar confrontaciones bizantinas y fútiles, optan por la tranquilidad conciliadora que supone el centro, ello con el fin de flanquear diatribas complejas y gamberras discusiones políticas.

Pero volvamos a los candidatos, ellos usando demagogia de todo tipo, argumentos muchos de ellos carentes de rigor, tratan y con mayor ahínco hoy día, de convencernos que son ellos y no otros, la verdadera opción de centro para un país que está cansado de la polarización política.

Se enfrascan en estrategias tan elaboradas que resultan comedia, con el fin de demostrar que su trasegar político se ha fundamentado en el centro; pues para ellos “no existe otra cosa” y cualquier otra postura está mal.

Incluso fervientes expositores de la izquierda anárquica colombiana, con ello me refiero a exguerrilleros, ahora resulta que son de centro. Queda uno loco y con razón. Por ello quiero recordar según la teoría académica y algunas fuentes bibliográficas que es la izquierda y que es la derecha política, para así entender que puede ser el centro, pero les anticipo que, el centro resulta una utopía.

Norberto Bobbio advierte que, la izquierda o sus formas, dan mayor importancia a su conducta moral (por eso se apropian de ella) y en su iniciativa política, a lo que convierte a los hombres en iguales o a las formas de atenuar y reducir los factores de desigualdad, es decir cerrar brechas sociales y corregir fallas. Así que las diferencias y desigualdades no pueden existir, visto de una perspectiva de extremos, el comunismo también supone eso.

Por otro lado, explica Bobbio que la derecha está convencida que las desigualdades son un hecho inherente, y que al fin y al cabo ni siquiera deben desear su eliminación. En ese sentido y según Bobbio, la derecha anhela la prevalencia del status quo y nada hará para cambiarlo. Visto desde una perspectiva de extremos también, estaríamos hablando de fascismo.

Surge la pregunta entonces de ¿Cómo moderar ambas posturas? Pues que yo sepa y entienda nuestro país no desea ninguna de esos modelos. Por eso resulta tan conveniente el centro, pues no es otra cosa que un deseo de alejarse de los extremos; un llamado a la moderación, a la estabilidad.

Ahora bien, el Filósofo español José Antonio Marina se refiere al respecto de los autoproclamados partidos de centro “(…) Pero, como se ve en España, parece que inevitablemente se da lo que los estadísticos llaman “regresión a la media” o, en términos populares, que las aguas tienden a volver a sus antiguos cauces. (…)”.

¿Entonces en qué estamos en Colombia? Para mí es claro que desde la perspectiva de marketing político, resulta estratégico vestirse de centro, pues trae mayores réditos electorales. Pero como sé que ustedes son votantes de opinión juiciosos, los invito a analizar lo siguiente.

Revisemos la historia legislativa de Colombia en los últimos 50 años, ¿Cuántas de las leyes promovidas en el periodo pretendían ampliar brechas sociales, profundizar la desigualdad, o mantener el estatus quo? Revisemos también, las leyes que procuraban lo contrario. Verán al final del ejercicio que son más las leyes que buscan corregir fallas y solventar necesidades.

¿Y saben que van a encontrar también? Que esas leyes provienen de partidos políticos que hoy nos quieren vender como fascistas o comunistas.

Colombia no es de izquierda o derecha, Colombia es un país que por doscientos años ha buscado corregir el lastre que supuso su atropellado nacimiento. Somos un país garantista y democrático, un país que respeta la diferencia y las libertades individuales, si bien conservador en cuanto a su moral, también abierto en cuanto a el cambio social que está dando el mundo.

No nos dejemos meter cuento, la verdadera y única opción no existe, solo existe la opción de que entre todos salgamos adelante.

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