viernes, marzo 29, 2024
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LA DESAPARICIÓN DEL SUROESTE

Por: DIEGO GÓMEZ
Está en curso de expedición la resolución del Ministerio del Medio Ambiente que declara “Zona de Protección” una extensa zona del suroeste, en 11 municipios y que afecta 100% del territorio de varios de ellos. Esta afectación implica la limitación de las actividades que se pueden desarrollar en el territorio permitiéndose solo mediante mecanismos de sustracción… solo que la ministra había anunciado hace unas semanas que no se aprobaran más sustracciones. No se podrán hacer vías, acueductos, nuevas actividades agrícolas, actividades agroindustriales, hoteles. Ahora es el Suroeste la víctima del ambientalismo inhumano.

Hace 200 años el suroeste era un territorio virgen. Le fue entregado por el estado a un grupo de arrieros que habían financiado la campaña libertadora. Para desarrollarla, con esta tierra hicieron propietarias a múltiples familias que fundaron los pueblo entre 1840 y 1870. Allí inicio la colonización antioqueña con una reforma agraria privada que transformaría a Colombia con la llegada del cultivo del café, que hizo a esta región del país la base de su economía por los siguientes 100 años. También se dio allí la Mina del Zancudo, la mayor empresa del país en la segunda mitad del siglo diecinueve y que tuvo la primera administración profesional, fue la pionera como sociedad por acciones y desarrolló las primeras capacidades de transformación industrial que luego serían revolución en el siglo XX. En el Suroeste nos inventamos a la Antioquia de hoy.

En los últimos 50 años, luego de la crisis del café y con los efectos de la evolución de la economía, los municipios perdieron atractividad y han visto reducir su población en más de 35%. Los jóvenes y los viejos emigran, hay poco empleo, no hay educación avanzada ni salud de mediana complejidad. Pero hay un proceso de revitalización en marcha y por primera vez empieza a aumentar nuevamente la población. Las vías 4G han redefinido estos territorios y nuevas actividades como el aguacate, los cítricos, el turismo y la agroindustria están generando una nueva sociedad. Se ha planteado una estrategia de Desarrollo Regenerativo que busca armonizar estas transformaciones con la recuperación de los corredores ecológicos, el cuidado del agua y el bienestar humano. Una declaración de Zona de Protección detendrá este proceso.

El pasado 14 de enero en Jericó, el Presidente anunció que “Jericó será un distrito agrario y ecológico”. En uno de los discursos se anunció que serían vigiladas desde las veedurías todas las actividades económicas y las 4G tendrían seguimiento desde las mismas. La resolución no hace otra cosa que materializar el anuncio. Una intervención arbitraria y ajena a la comunidad que quiere imponer desde una ideología el futuro de una región de 360.000 habitantes.

En esa misma reunión se anunció que el gobierno no permitiría el avance del proyecto minero de Jericó. No importa que más de 70% de la población lo apoye y solo 9% lo rechace. Los recursos naturales son patrimonio de todos los colombianos. Deben ser la base que desate los procesos de construcción de capital humano y social que requerimos para superar la pobreza como lo hicieron y lo siguen haciendo países como Suecia y Noruega. Esa decisión priva también al suroeste de un activo clave para su desarrollo futuro.

La medida de declaración de Zona de Protección no solo es apresurada y anti técnica, viola todos los principios establecidos de diálogo y concertación con la comunidad, viola los principios de información, tiempos de estudio y dialogo que establece el acuerdo de Escazú que tanto esgrime este gobierno. Es una condena al pasado a los habitantes del suroeste.

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