Todo estaba listo. Los militares y policías estaban dispuestos para hacer el tradicional reconocimiento al nuevo presidente de la República. El público en las tribunas, los medios de comunicación y hasta la vicepresidente estaban a la expectativa.
Poco antes de las cinco de la tarde, la hora programada para la ceremonia, un aviso rompió el estricto protocolo: el presidente no asistiría a la ceremonia. El desconcierto se apoderó de los asistentes. Algunos pensaron en un nuevo desplante a las Fuerzas Armadas, cosa que sería completamente coherente con lo que ha manifestado Petro contra la fuerza pública a lo largo de la historia.
Sin embargo, dejar «vestidos y alborotados» a los militares, a la prensa y a Francia Márquez, no correspondía a un desaire. Ya con el pensamiento más calmado, algunos de los asistentes se enteraron de que Petro también aplazó la posesión de los ministros de Justicia y Ciencia. De seguro, el nuevo presidente no afrentaría a sus nóveles funcionarios, por lo cual, la explicación del desaire quedaba sin sustento.
Entonces, Petro, ¿qué pasó ayer? Es que es la tercera vez que el presidente comunista deja plantados a quienes lo esperan. Ya lo hizo con los alcaldes, a quienes les hizo llegar una serie de pamplinas como justificaciones para su ausencia. A esto se suma la cancelación de la posesión de los ministros y la cancelación de la ceremonia en la Escuela Militar de Cadetes.
Al parecer, eso de cancelar y aplazar se está volviendo una horrible costumbre de Petro. Sin embargo, dejar «con los crespos hechos» a militares y policías, en un ambiente tan tenso y caldeado como el que se está viviendo al interior de la fuerza pública –debido a las decisiones adoptadas en esta semana larga de gobierno contra las FF AA–, es un verdadero disparate.
De hecho, varios líderes de opinión se han preguntado ¿qué está pasando en la Casa de Nariño? En Twitter se afirmó, por ejemplo, que la «cancelación de ceremonia de reconocimiento de tropas y de posesión de ministros más inasistencia al encuentro de alcaldes y su desaparición por varios días antes de la posesión muestran un comportamiento errático y preocupante de Petro. ¿Qué está pasando?»
Muchos han especulado sobre el verdadero estado de salud del presidente comunista. Otros, más suspicaces, hablan de excesos en el licor. Sin embargo, el hecho real es que el país no puede estar sometido a las ausencias del mandatario y mucho menos, a la parálisis de las agendas, todo por cuenta de las cancelaciones de Petro.
No obstante, las críticas a la actitud de Petro no solo vienen de los sectores opuestos a sus políticas populistas y comunistas. Un petrista a carta cabal, el abogado Ramiro Bejarano, se pronunció sobre el tema y aseguró que «si el presidente está enfermo […] el país tiene derecho a saberlo y él la obligación de informarlo.
Ciertamente, Colombia tiene derecho a conocer el verdadero estado de salud del mandatario. Este no es un asunto menor, pues los rumores son cada vez más fuertes sobre el deterioro que padece el presidente y solo un pronunciamiento oficial –y honesto, además–, puede aplacar la incertidumbre que vive el país. ¿Si no estaba en buenas condiciones de salud, para qué peleó, injurió, calumnió, se alió con delincuentes, corruptos y criminales; para ganar la Presidencia de la República?
El conocer el verdadero estado de salud de Petro es una cuestión de honestidad.
