Hace algunos años, los medellinenses pedían más vías, mejor transporte público, colegios, hospitales o centros de salud. La visión ciudadana, que surgía de soñar a Medellín, los llevaba a exigir parques, siembras de árboles e innovaciones que mantuvieran el liderazgo de la ciudad en el contexto nacional e internacional.
Además, un alcalde que no emprendía rápidamente una obra de importancia en Medellín era catalogado como ineficiente o «malo».
Sin embargo, uno de los «logros» de Daniel Quintero ha sido la castración de los sueños ciudadanos, al punto de permitir que la ciudad se convierta en un muladar y que sus vías se vean como trochas difíciles de transitar. Con esa desidia ha logrado reducir las expectativas de los medellinenses, que ahora solo atinan a clamar por la reparación de una calle, el reparcheo de un hueco o el arreglo de un tubo roto.
No obstante, la ciudadanía resiste y se niega a permitir que la holgazanería gubernamental sepulte a la ciudad. En las últimas horas, un grupo de motociclistas aunó esfuerzos y llegó a los cráteres ubicados en la autopista norte, en inmediaciones de la Feria de Ganados, para reparar el daño y así neutralizar la amenaza que representaban esos enormes huecos para la vida y la integridad de los ciudadanos.
Sin embargo, cientos de puntos en la ciudad siguen desatendidos y presentan un avanzado deterioro, pese a que muchos de los miembros del círculo cercano del alcalde transitan con frecuencia por este lugar. Se trata de la Loma del Montessori, cuyo lamentable estado no motiva a las autoridades a emprender el arreglo de la malla vial en ese punto de la ciudad.
Si pasando por ahí todos los días, no sienten la necesidad de actuar y gestionar la reparación de una vía, ¿qué puede esperar el resto de la ciudad?
