En recientes declaraciones, el presidente Gustavo Petro trajo nuevamente a la discusión pública el tema del software israelí “Pegasus”, una herramienta de espionaje que ha generado controversia a nivel mundial por su uso indebido para vigilar, perfilar, intervenir y espiar violando la privacidad de los ciudadanos. Sin embargo, en Colombia, no hay rastro o evidencia clara del supuesto pago de 11 mil dólares por la adquisición de este software durante el gobierno anterior, una afirmación que ha suscitado dudas y cuestionamientos.
Que el presidente Gustavo Petro haya traído a colación este tema que fue noticia entre febrero y marzo de este año y saldado por el propio Ministerio de Defensa, que certificó que en realidad, el tal “pegasus” no existe en el país, no se compró y no hay rastro que esto se intentara hacer; ha sido interpretado como el intento de extender una cortina de humo para desviar la atención sobre la complicada situación que vive el país, por el paro camionero que el Gobierno no ha podido controlar.
No obstante, este debate trae a la memoria un caso similar, aunque a nivel local, que involucra al exalcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle. En su administración, surgieron denuncias sobre la creación de su propio “Pegasus” para vigilar y perfilar a personas que Quintero consideraba incómodas o potencialmente opositoras a su gestión.
El “Pegasus” de Daniel Quintero en Medellín
Durante el mandato de Daniel Quintero como alcalde de Medellín, se desató un escándalo por la contratación de una empresa cercana a su círculo político, a través de Telemedellín, para crear un sistema que permitiera perfilar a más de 120 personas en agosto del 2020. Entre los objetivos de este espionaje se encontraban políticos opositores, líderes sociales, críticos de su administración, periodistas y hasta funcionarios del propio gobierno local. La empresa contratada era afín al “quinterismo”, y la gestión estuvo bajo la supervisión de Mabel López Segura, quien dirigía Telemedellín en ese entonces.
Esta práctica de persecución y hostigamiento fue denunciada en su momento y profundizada por IFMNOTICIAS, medio que destacó la tendencia del exalcalde a silenciar a quienes representaban una amenaza para su imagen o cuestionaban la transparencia de su administración, que se caracterizó por ser objeto de múltiples señalamientos de corrupción.
Pero no fue el único intento de espionaje y de plantear su propio “Pegasus”. No se puede olvidar que durante la pandemia el ingeniero de sistemas y alcalde de Medellín, Daniel Quintero, creó un polémico software de captación de información privada que denominó, “Medellín me Cuida” pasando por encima de la Constitución y la Ley, captando datos privados sin conocerse quien administraba la base de datos y cual era el fin.
Este “Pegasus” fue demandado y obligado por vía judicial a ser suspendido, pero nunca se supo qué pasó con los millones de datos capturados, aunque, casualmente, durante las campañas políticas en las que Quintero participó posteriormente y por las que fue suspendido e inhabilitado temporalmente, miles de personas denunciaron haber recibido mensajes y sospechan que fue por los datos entregados a Medellín me Cuida.
En noviembre del 2021, la Telemedellín de Quintero continuó siendo el epicentro de los escándalos por espionaje y esta vez, se denunció el papel que tenía en la orden desde el Piso 12, para espiar a los concejales de la ciudad, destinando personal y cámaras para grabar desde lejos, las reuniones de varios de los corporados opositores al entonces mandatario Daniel Quintero.
Recordando que el exalcalde es un experimentado ingeniero de sistemas y que en su época de empresarios creó un cuestionado software para esparcir mensajes spam a través de los servicios de SMS en los teléfonos celulares, en marzo de 2022, el intrépido mandatario había planteado crear un sistema de manipulación de las señales móviles 5G que se pretendían instalar para la telefonía móvil, pero integrarla a cada una de las luminarias de la ciudad, para instalar en ellas, cámaras con inteligencia de reconocimiento facial y tener control sobre toda la población medellinense.
Otro intento de Daniel Quintero por incorporar su propio “Pegasus” se dio cuando comenzó a entregar los computadores gratis a los estudiantes de las comunas. En ese momento la entonces secretaria de Educación, Alexandra Agudelo, encendía las alarmas, pues uno de los anuncios realizados durante una reunión matutina de consejo de gobierno estaba dirigido a señalar que los equipos entregados a los estudiantes tendrían un software que permitía monitorear la actividad del equipo, desde la hora en que fue encendido hasta el momento en que se apaga y en que horarios se conecta a una red de internet y la ubicación del equipo entre otros datos.
Las similitudes entre ambos casos
Tanto en el ámbito nacional, con el caso Pegasus, como a nivel local, con el escándalo en Medellín, se evidencia un patrón de abuso de poder mediante la vigilancia y el espionaje a opositores. En el caso de Quintero, el uso de recursos públicos para espiar a quienes cuestionaban su gestión muestra una violación de los derechos fundamentales, especialmente en lo que respecta a la privacidad y la libertad de expresión.
El caso de Pegasus ha resonado en todo el mundo, con múltiples gobiernos acusados de adquirir el software con fines ilícitos. En Colombia, aunque no hay pruebas concretas de la compra del software, la referencia hecha por Petro ha encendido el debate sobre las herramientas que los gobiernos utilizan para controlar y silenciar a sus críticos.
En el contexto de Medellín, el escándalo de perfilamientos sigue siendo una mancha en la administración de Quintero, quien fue ampliamente criticado por su estilo de liderazgo autoritario. Las denuncias de espionaje no solo afectaron a políticos y líderes sociales, sino también a periodistas, en un claro intento de frenar la libertad de prensa y disuadir la cobertura crítica de su gestión.
La respuesta del gobierno y el impacto en la sociedad
Tanto el caso “Pegasus” como el de Medellín subrayan una problemática de fondo: la utilización de recursos y herramientas estatales para reprimir a la oposición. En sociedades democráticas, donde la libertad de expresión y el derecho a la privacidad son pilares fundamentales, el uso de software de espionaje como Pegasus o la creación de sistemas de perfilamiento interno son una grave amenaza para estos derechos.
A medida que estos casos se revelan y generan indignación pública, queda claro que la vigilancia ilegal no solo socava la confianza en las instituciones, sino que también erosiona los principios democráticos sobre los que debe funcionar un gobierno.
El tema del espionaje, ya sea con software como “Pegasus” o con sistemas desarrollados localmente, como el implementado en Medellín, abre una reflexión necesaria sobre los límites del poder gubernamental y la protección de los derechos civiles. Estos casos no solo afectan a los directamente implicados, sino que también envían un mensaje de temor a la sociedad en general, sobre el alcance del control estatal.
Es fundamental que estas prácticas de espionaje, tipo “Pegasus”, como las desarrolladas por Quintero, sean condenadas y que se fortalezcan los mecanismos de control y vigilancia independientes para evitar que herramientas de este tipo sigan siendo utilizadas para perseguir a quienes piensan diferente o critican al poder.