Con la llegada de diciembre, Medellín y el Valle de Aburrá se preparan para enfrentar una costumbre peligrosa: el lanzamiento de globos de mecha. Aunque coloridos y aparentemente inofensivos, estos artefactos representan una amenaza real, ya que al caer sobre techos o áreas verdes generan incendios que pueden tener consecuencias devastadoras.
Ante esta situación, empresas como Miro contratan a los llamados «cazaglobos», personas que vigilan desde los techos para evitar que los globos caigan y provoquen emergencias. Equipados con mangueras y extintores, estos guardianes monitorean el cielo en turnos de hasta 24 horas durante la temporada navideña, protegiendo instalaciones industriales y comerciales del peligro inminente.
La gravedad de esta problemática queda evidenciada en casos recientes, como el incendio que afectó una bodega y parqueadero en el barrio Belén de Medellín, donde varios vehículos fueron consumidos por las llamas. Según el DAGRD, en 2023 se reportaron 19 incendios estructurales causados por globos de mecha en la ciudad, lo que refleja el impacto de esta práctica en la seguridad de las comunidades.
La labor de los cazaglobos es esencial, pero el verdadero cambio empieza con la ciudadanía. Las autoridades y expertos reiteran la necesidad de abandonar esta tradición y evitar el uso de pólvora, apelando a la responsabilidad colectiva para proteger vidas, patrimonio y el medio ambiente durante las festividades.