En un oscuro giro de acontecimientos, la trágica muerte de Fernando Villavicencio, candidato presidencial ecuatoriano, ha destapado una serie de conexiones y sombras inquietantes que apuntan directamente al panorama político tanto de Ecuador como de Colombia. Sin embargo, el silencio ensordecedor del presidente Gustavo Petro en este asunto plantea grandes interrogantes sobre este comportamiento y todos los nombre que lo están salpicando en su contra.
Villavicencio
Fernando Villavicencio, quien estaba a punto de presentarse ante la Agencia Central de Inteligencia CIA para abordar las amenazas que habían estado persiguiéndolo, fue cruelmente asesinado tras un mitin político en Quito el pasado 9 de agosto.
El caos y la confusión se apoderaron de la escena cuando ráfagas de disparos segaron la vida del candidato presidencial. Pero, ¿Por qué el presidente Petro, ha mantenido un ominoso silencio en medio de esta tragedia la muerte del candidato Villavicencio y de las acusaciones que lo rodean?
Las conexiones oscuras no se detienen ahí. Villavicencio había señalado abiertamente amenazas de muerte en su contra, alegando vínculos con el cartel de Sinaloa y alias Fito, líder de la banda de los Choneros. Y en medio de estas acusaciones, el nombre de Nicolás Petro, hijo del presidente colombiano, ha salido a la luz. Villavicencio había denunciado graves nexos entre Nicolás Petro y la izquierda ecuatoriana, incluso insinuando conexiones de lavado de dinero y corrupción.
El candidato asesinado
El candidato asesinado Fernando Villavicencio también había arremetido contra Alex Saab, empresario colombiano acusado de ser testaferro del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y presunto socio de Carlos Robayo esposo de Maria Teresa Alcocer, hermana de la primera dama, esposa de Gustavo Petro.
Villavicencio también había revelado un aparente esquema de lavado de dinero a través de exportaciones ficticias, involucrando y mencionando en este proceso a la senadora Piedad Córdoba, quien negó su participación en los hechos. Sin embargo es controversial que a partir del asesinato del señor Villavicencio, y al revelarse estos detalles tan perturbadores, parecen haber caído en oídos sordos, especialmente en las altas esferas del poder y del Gobierno.
Los ciudadanos merecen respuestas claras y acciones contundentes en medio de esta sorprendente red de coincidencias y acusaciones, pues al parecer se esta viviendo una escena no muy lejana a lo que se vivía en años anteriores, donde el derramamiento de sangre y corrupción perseguían la izquierda tradicional y la impunidad era más fuerte que la verdad.
