La jefe de la cartera mineroenergética, Irene Vélez, evidentemente no tuvo el mejor comienzo frente a los medios, en el marco del congreso minero que se llevó a cabo en la ciudad de Barranquilla, donde quedó en evidencia al no responder a los cuestionamientos de la prensa por la falta del conocimiento que requiere su cartera, lo que ha generado gran revuelo en el país.
La ministra se desencajó por dos preguntas puntuales e importantes, de uno de los periodistas asistentes al congreso minero.
La primera pregunta estuvo relacionada con el por qué pedirle a los países desarrollados decrecer, justo cuando el mundo está en el marco de una recuperación económica.
Y la segunda pregunta, fue que tras las dificultades en el municipio de Buriticá, donde claramente hay una fuerte tensión y enfrentamientos entre el sector formal y el informal de la minería, ¿las garantías son las mismas para los mineros formales y los informales?
Pues bien, frente a estas dos importantes preguntas, la ministra respondió: «Son como 50 preguntas en una», y posteriormente procedió a dar por terminada la rueda de prensa, dejando de esta manera plantados a los periodistas, a quienes les resultaron obvias estas inquietudes, debido a su cuestionada intervención, donde declaró que: «Nosotros necesitamos exigirle a los otros países que comiencen a decrecer».
Posteriormente, la ministra ofreció en Cali, para reparar el bochornoso episodio, unas extrañas explicaciones sobre teorías filosóficas de los años 90, enredándose aún más en el tema del decrecimiento y reforzando con esto, que es bajo o nulo su conocimiento sobre el sector minero y energético, los que constituyen dos de los rubros más importantes de ingresos para el país.
Así fue justamente el periplo de la ministra, quien también resultó regañando a los asistentes que se inquietaron por su salida en falso frente al tema del decrecimiento, aparte de evadir las preguntas.
Todo esto demuestra que a Irene Vélez le falta de disposición ante los medios y también adolece de conocimiento frente al tema central de su cartera, la cual constituye algo muy serio y sensible para el país. Algunas personas incluso ahora la llaman: la ministra de «minas, energía y del decrecimiento», ó peor, «del empobrecimiento».
