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miércoles, abril 24, 2024
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LA GRAN APUESTA Y EL “JAQUE” A UN IMPERIO

Por: Carlos Andrés Echavarría Blandón.

En el capítulo anterior se realizó la introducción a lo que el mundo conoció como “La Crisis de los Misiles Cubanos”; nunca antes la humanidad estuvo tan cerca de aniquilarse como en esos días entre octubre y noviembre de 1963.

Para una mejor comprensión del presente artículo, se recomienda leer “El reloj del apocalipsis marca las 11:58 p.m.” en el enlace presentado a continuación:

“ALL IN” DEL PRIMER MINISTRO SOVIÉTICO

Cuando un jugador de poker se encuentra muy atrás de su rival, lo único que le queda por hacer son jugadas de todo o nada, “All In”, esperando que los oponentes no se arriesguen a entrar en el pozo y así de a poco irse recuperando con las fichas de los demás.

Exactamente eso fue lo que hizo Nikita Kruschev al instalar plataformas nucleares en Cuba, una isla que no le interesaba a la URSS, pero por su cercanía a el territorio de su rival natural, podía negociar con los Estados Unidos un intercambio de bases militares, planteando el desmantelamiento de una base soviética en la isla de Cuba, si a cambio los Estados Unidos retiraban sus bases militares de Turquía e Italia.

La jugada tenía tres objetivos muy claros, el primero era eliminar el peligro que conlleva un ataque por dos flancos, -EEUU desde el oriente y Europa desde el occidente-; el segundo objetivo era dejar a Europa desprotegida en caso de querer invadirla. Pero para que su jugada tuviera éxito necesitaba infundir mucho terror en el público norteamericano, de ese modo, la misma población solicitaría el retiro de los aliados de Berlín Occidental para complacer a la URSS y así lograr el control completo de Alemania como un tercer objetivo.

Alemania occidental era un “lunar” en medio del vasto imperio soviético, por ello, buscaron su anexión empleando métodos que son considerados crímenes de lesa humanidad. En 1948, la URSS por orden directa del camarada Iosif Stalin, realizó un bloqueo generalizado, el cual fue solventado mediante un corredor aéreo, -prontamente se realizará un artículo al respecto-. Gracias a ese fracaso, la URSS planea la división física del territorio en la ciudad de Berlín. En 1962, comienza la construcción del muro de la infamia, El muro de Berlín.

Si la apuesta daba por vencedor a Nikita Kruschev sobre John F. Kennedy, la tan ansiada unión de Alemania bajo el yugo soviético sería una realidad y Kruschev pasaría a la historia como el hombre que consiguió la unificación del imperio, algo que ni el mismo Stalin pudo completar.

EL PLAN EN MARCHA

A principios de 1962, un grupo de especialistas soviéticos bajo la fachada de ser asesores en agricultura, viajaron a la Habana, lo cual para Castro era la confirmación de que los Soviéticos iban a cumplir con la alianza militar firmada meses atrás. Al mismo tiempo, la relación URSS-Cuba era una clara señal para todos los países de que Cuba era un nuevo satélite dentro del núcleo soviético, por lo tanto, se debía respetar a su dirigencia, la cual no gozaba de mucha popularidad en los países libres de occidente.

El secreto era vital para el éxito de la operación, hasta que toda la construcción e instalación estuviera concluida, nadie podía enterarse de que no era una industrialización del campo, solo cuando las bases militares estuvieran operativas, Cuba y la URSS las presentarían al mundo, de esa forma los Estados Unidos, solamente tendrían que ver y tolerar esa espada de Damocles constante sobre sus cabezas.

Para minimizar las filtraciones ocasionadas por los espías que abundaban en ambos países, a los militares que transportarían el cargamento en los buques, se les informaba que iban para una región gélida, incluso el equipo suministrado y embarcado era para soportar bajas temperaturas. El nombre dado a la operación era Anádir.

Iosif Stalin, quien fue el dictador de la Unión Soviética hasta su muerte en el año 1953, había ideado un plan llamado Anádir, que es el nombre de un rio dentro del territorio ruso que desemboca en el mar de Bering, una zona completamente inhóspita e inclemente, pero muy cercana a los Estados Unidos. El plan de Stalin consistía en instalar un gran regimiento de un millón de hombres, para desde allí lanzar un ataque e invadir a Alaska, un histórico territorio del imperio ruso hasta que fue vendido a los Estados Unidos en 1867. De esa forma se tenía una buena coartada para que los espías nunca pudieran descifrar el verdadero destino del material bélico.

Para el mes de julio de 1962, ya había 43.000 soviéticos por las calles de la Habana, los cuales no podían pasar desapercibidos, eran personas muy diferentes en cultura presencia y costumbres; es allí cuando los espías dentro de la isla, comenzaron a informar a los americanos de ese contingente masivo de personas extrañas, pero no se tenían claras las intenciones de los mismos.   

JUEGO DE ESPÍAS

Al estar tan cerca la isla de los Estados Unidos, los radares americanos detectaban cada vez más vuelos de aviones del tipo caza y bombarderos ligeros en el cielo cubano, cosa completamente anormal si lo que estaban los soviéticos era desarrollando la industria del campo en Cuba, por tal razón, comenzó a ser cada vez más evidente que lo que realmente se estaba desarrollando era la fortificación militar de la isla, muy posiblemente tanto de carácter ofensivo como defensivo, lo que requería de una profundización en la investigación de su alcance.

La presión al presidente Kennedy también le llegaba desde la rama del poder legislativo, debido a las elecciones generales que se realizarían en el mes de noviembre de 1962. Los candidatos del partido Republicano -contrario al presidente-, tanto al Senado como al Congreso, tenían el tema cubano a flor de labios, decían incansablemente sin prueba alguna, que estaban completamente seguros y convencidos de que los soviéticos estaban instalando misiles en Cuba para atacar a los Estados Unidos, esto gracias a los constantes informes que les llegaban desde la isla. Si el presidente no tomaba acción en el tema cubano, su partido Demócrata, perdería el control del Legislativo y lo dejaría muy mal para intentar la reelección en el año 1963.

Kennedy no quería tener problemas con su contraparte soviética, así que no permitió los sobrevuelos a la isla, por esa razón fue autorizado el uso de satélites para fotografiar a Cuba, pero la calidad de los mismos dista mucho de la tecnología actual, en donde es posible leer una hoja de un libro con la mayor claridad y nitidez, pero lo que si se pudo visualizar fue a grandes rasgos las construcciones efectuadas por los soviéticos.

La interpretación de la información por parte de la Central de Inteligencia, -CIA- presentó un gran número de baterías antiaéreas protegiendo unos emplazamientos que pudieran ser plataformas de lanzamiento, para ser específicos, 8 sitios fueron determinados como posibles campos de lanzamientos ubicados en la zona norte de la isla en las provincias de Pinal del Rio y en la Habana. Lo que más llamaba a atención, era que la configuración de las baterías antiaéreas, así como los edificios que se construían alrededor de cada una de ellas, era una copia exacta de las plataformas de lanzamiento de misiles nucleares ubicadas en Europa Oriental, las cuales también había sido ya fotografiadas tiempo atrás.

Pero, la calidad de la información no podía dar certeza de que esas plataformas fueran para lanzamiento de misiles ofensivos, podían ser también para el lanzamiento de pequeños misiles defensivos en contra de aviones tipo bombardero a larga distancia, los cuales no están restringidos por ninguna organización internacional, lo que generaba aún más dudas en el joven presidente norteamericano.

El director de la CIA, el 10 de agosto de 1962, le escribió una carta al presidente Kennedy en donde presentaba sus dudas sobre el carácter meramente defensivo de esas baterías antiaéreas y le informaba que lo más seguro era que los soviéticos estaban pensando en ingresar misiles a la isla de Cuba que apuntarían a las principales ciudades de la costa este del país, dentro de las cuales estaba la misma capital, Washington.

LA MENTIRA, UNA PRÁCTICA NORMAL DENTRO DE LOS COMUNISTAS

Para el mes de septiembre de 1962, Estados Unidos informa al mundo que realizaría un ejercicio militar en aguas internacionales limítrofes con el territorio marítimo de Cuba, a lo cual Cuba respondió que era una provocación deliberada y una prueba inequívoca de que los Estados Unidos se estaban preparando para invadir la isla en un muy corto plazo. Para sumarle otra arista al comunicado americano, la URSS advirtió que cualquier ataque en contra de Cuba o de los barcos soviéticos que transitaban por la zona significaría una declaración de guerra en el acto.

El embajador soviético ante la ONU, hizo una declaración sobre la cooperación que la URSS le estaba brindando a Cuba, la cual era de carácter industrial y agropecuario. Ante la pregunta sobre si la URSS ayudaba también con armamento a la isla, respondió que sí, pero que era solo de carácter defensivo y todo eso gracias a la amenaza constante de una invasión proveniente desde los Estados Unidos, ya evidenciada con la invasión a Bahía Cochinos un año antes.

Pocas personas en los Estados Unidos confiaban en la palabra del embajador soviéticos, fue allí en donde el primer ministro, Nikita Kruschev, le envía un manuscrito al presidente Kennedy en donde le garantizaba que la ayuda militar se limitaba a equipo defensivo y que nunca instalarían en la isla, misiles tierra-tierra de carácter ofensivo y mucho menos con tecnología nuclear.

Con esa garantía dada por Kruschev, Kennedy aplaza el inicio de ejercicio militar como una acción de buena voluntad entre los vecinos y los aliados que pelearon “hombro con hombro” en la segunda guerra mundial.

LLEGARON LOS MISILES

El 8 de septiembre de 1963 llegó a la isla el primer cargamento de misiles y el día 16 llegó un segundo. Ambos arribos contenían misiles del modelo R12, el cual era un artefacto de mediano alcance, unos dos mil kilómetros, suficientes para barrer la costa este de los Estados Unidos desde Miami casi hasta Nueva York.

Dentro del plan de armamento estaba contemplado un envío de misiles modelo R14, los cuales duplicaban el rango de acción, llegando incluso hasta la costa oeste, lo que ponía claramente en riesgo gran parte del territorio continental de los Estados Unidos. La distancia aproximada entre La Habana y Los Ángeles es de 4.500 kilómetros, rango máximo del modelo en mención.

La cantidad total de misiles dentro del plan consistía en posicionar en la isla 40 unidades, cada uno de ellos con un poder destructivo muy superior al misil atómico de uranio lanzado para destruir la ciudad de Hiroshima o el misil atómico de plutonio lanzado para destruir la ciudad de Nagasaki, ambas en Japón. Ese recuerdo del infierno nuclear estaba aún muy reciente en el imaginario popular, solo estaba 17 años atrás.  

Los misiles Little Boy y Fat Boy, lanzados en el Japón contra Hiroshima y Nagasaki respectivamente, fueron usados con carácter ofensivo para acabar con una guerra que había costado la vida a 60 millones de personas, pero en esos momentos la tecnología podría ser empleada para iniciar otra guerra que tendría la capacidad de extinguir la especie humana.

En la próxima entrega se realizará un detallado relato sobre la confirmación de la llegada del armamento nuclear a la isla, ¿cómo reaccionó el gobierno de Kennedy ante los acontecimientos?

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