miércoles, abril 24, 2024
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Alianza entre tiranos, El bosque de los muertos

Por: Carlos Andrés Echavarría Blandón.

Durante la década de 1930, Europa estaba en un período muy especial y caótico debido a los estragos dejados por la Gran Guerra; en ese espacio de tiempo, ningún país considerado libre quería pensar en involucrarse en cualquier especie de conflicto armado y es precisamente esa indecisión la que llevó al fortalecimiento de las dictaduras tiránicas de origen socialista, Alemania, Italia y obviamente la URSS.

Los líderes totalitarios comenzaron a realizar planes que incluían un crecimiento exponencial de sus arsenales bélicos, incluso Alemania, quien tenía restricciones muy estrictas en cuanto al tema, no cumplió los acuerdos firmados en el Tratado de Versalles y mucho menos, le hizo caso a las peticiones de la Liga de la Naciones, creada precisamente para impedir un nuevo conflicto a escala global.

Armados hasta los dientes, el próximo paso era mostrar su poderío iniciando una guerra en contra de un enemigo ficticio y muy inferior en capacidad, pero teniendo la precaución que otro tirano al mando de un inmenso poderío bélico, no se sintiera amenazado; es así como el emisario de Adolf Hitler y el emisario de Iósif Stalin, se reunieron para hacer un acuerdo de no agresión entre ellos, llamado El Pacto de Ribbentrop-Molotov, (remitirse al artículo de IFMNoticias “https://ifmnoticias.com/un-partido-a-muerte/”), en donde no solo acordaron la no agresión entre ellos, sino que de manera secreta estaba en medio de la discusión un país con casi mil años de existencia, Polonia fue el plato fuerte de esa discusión.

En uno de los capítulos del libro, “La Historia Criminal del Comunismo” del historiador español, Francisco Díaz Villanueva, se presenta un aspecto muy particular de la invasión a Polonia diferente a las atrocidades de los nazis en contra de la ciudad de Varsovia o la exposición de los grandes campos de exterminio como: Chelmno, Belzec, Sobibor, Treblinka y Auschwitz-Birkenau; éstos crímenes son altamente conocidos debido a la derrota alemana, pero, las violaciones realizadas por el Ejército Rojo “pasaron de agache” y es allí en donde se presentó un exterminio realizado en el bosque de Katyn.

Luego de muchas peleas tribales, para el año 966 d.c., la Dinastía Piast logra la unificación de un territorio ubicado al norte de Europa, el cual bajo el reinado de Miecislao, adoptan el cristianismo como religión oficial creando fuertes vínculos con Europa occidental, naciendo así la provincia eclesiástica autónoma de Polonia. Pero con el paso de los años, el poderío de los países limítrofes fue aumentando de manera vertiginosa, dejando a ese pequeño país en medio de dos titanes, el imperio ruso de los grandes zares y el imperio austriaco al mando de los Habsburgo, quienes comenzaron a disputarse el control de Polonia. En 1795, Polonia desapareció como país, pero las luchas constantes entre rusos y austriacos, hacia que unas partes de su otrora territorio cambiaran de manos entre los imperios.

Para que los rusos pudieran salirse de la primera guerra mundial, en 1917 Vladimir Ilich Uliánov, quien el mundo conocería luego como Lenin, negocia con el mariscal de campo alemán Paul Von Hindenburg, el traslado que lo llevaría desde Suiza hasta Rusia, comprometiéndose a realizar una revolución obrera y en caso de ganar, la garantía de retirar al país de la guerra, quitando así el peso del frente oriental a las fuerzas alemanas. Hindenburg permitió que esos revolucionarios al mando de Lenin cruzaran por territorio alemán en un tren en medio de la noche hacia la estación Finlandia en Petrogrado, en ese tren iba toda la historia del siglo XX; pero dentro del acuerdo Hindenburg quería algo más, que los territorios que en algún momento hubieran pertenecido al imperio austrohúngaro y que ahora eran territorios rusos pasaran a las manos de los alemanes, Lenin aceptó.

La revolución bolchevique triunfó y Lenin cumplió su palabra, los territorios pasaron a estar bajo el control alemán, pero para 1918, Alemania pierde la guerra y en el Tratado de Versalles, se concluye que esos territorios no serán parte ni de Alemania, ni de Austria y mucho menos retornarían a Rusia debido a que ésta había abandonado la guerra, por lo tanto, renace Polonia como país luego de 120 años de invasión.

Años después, en 1939 durante las conversaciones entre Alemania y la URSS, –Pacto de Ribbentrop-Molotov-, los alemanes exponen que desean retomar el control del territorio polaco que les había sido arrebatado por el Tratado de Versalles y como en una conversación entre amigos, una versión coloquial podría ser: ¿te molestaría que invadiera a Polonia para retomar lo que era mío?, para nada, siempre y cuando a ti no te moleste que yo también ingrese a retomar lo que también era mío antes de la Gran Guerra. Y así quedó nuevamente el futuro de Polonia sellado.

El 1 de septiembre de 1939, el ejército alemán ingresó a Polonia y se dio comienzo a la Segunda Guerra mundial, ya que tanto Inglaterra como Francia, no iban a permitir la destrucción del Tratado de Versalles, esa locura costo 60 millones de vidas.

Los polacos, infinitamente inferiores en capacidad bélica vieron espantados como la máquina alemana ingresaba hasta la capital, pero que el avance no se adentraba hasta Danzing, motivo por el cual, trasladaron al grueso de su ejército a esa región para planear una contraofensiva, pero a las tres semanas descubren la razón de esa renuencia alemana; para el 17 de septiembre “Stalin envió dos gigantescos ejércitos formados por casi un millón de hombres para cobrarse la presa”, por el occidente, los atacaba el ejército mejor preparado del mundo y desde el oriente los atacaba el ejército más numeroso del mundo.

Los polacos se rindieron en los dos frentes” así que su recién reconformado país volvió a quedar a merced de dos imperios, ambos igual de autoritarios, ambos igual de asesinos. “Los alemanes aspiraban a incorporar a Polonia al Reich. Pero antes había de germanizarla. Los judíos, transformados en pestilentes ratas por la propaganda nazi, debían desaparecer”. Pero si por el occidente llovía, por el oriente no escampaba “Stalin dio ordenes de sovietizarlo a marchas forzadas. La propiedad privada fue abolida y los pueblos y aldeas se llenaron de comisarios del pueblo, agentes de la Checa” (remitirse al artículo de IFMNoticias https://ifmnoticias.com/especial-el-brazo-armado-del-regimen-la-cheka/)

En los dos años de ocupación soviética se produjeron 100 000 arrestos y más de 300 000 personas fueron deportadas, la mitad de ellas murieron” El nivel de terror era mayúsculo, se perdió el país y se perdió la libertad, pero cuando llegan las desgracias suelen venir juntas y un tirano temeroso de cualquier conspiración, no iba a permitir que las personas que podían y sabían defenderse tuvieran la más mínima oportunidad de querer retomar el control. “Para transformar un país rápidamente sin necesidad de esperar una generación, es preciso privarlo de sus principales cabezas”  

Se identificó a todo militar, policía o contrarevolucionario que pudiera levantar un arma en contra de la madre Rusia, un total de 20 000 personas, pero no se sabía qué hacer con ellos; dejarlos libres era un peligro debido a que podrían conformar células guerrilleras o buscar a los alemanes para hacer parte de sus filas, lo que conllevaría a un gasto excesivo en vigilancia, y matarlos tenía una grave connotación a nivel internacional. Pero el Hombre de Acero, Stalin, no era de medias tintas “optaron, como era previsible en ellos, por la peor opción: ejecutarlos uno a uno al borde de una fosa común”   

En marzo de 1940 se dio la orden del exterminio, pero a diferencia de los alemanes, los rusos no eran tan organizados, nadie sabía como asesinar a 20 000 personas a la mayor brevedad posible, así que la decisión final fue llevar a todas esas almas a un bosque alejado y decidieron que el lugar propicio era el bosque de Katyn, con su vía férrea entre Minsk y Moscú podía transportar a los condenados en trenes cubiertos por el mando de la noche “se bajaban a los prisioneros, se les despojaba en una caseta de sus pertenencias de valor y se les conducía en camionetas hasta el interior del bosque” de ésta manera nadie sabía que pasaba con ellos, para los familiares y conocidos, solo recordaban que la Cheka un día llegó por ellos y nadie más los volvió a ver, la esperanza era creer que los tenían en una prisión o en un gulag, pero la verdad era diferente “en el interior del bosque, junto a una fosa se sacaba uno a uno a los presos y mientras dos soldados soviéticos le sujetaban, otro por detrás les descerrajaba un único y mortal tiro en la nuca

De las personas que tomaron esos trenes, ninguna regresó, no hubo prisiones ni gulags, su último suspiro fue cuando sintieron el halar del martillo y el sonido al caer gatillo “así 22 000 veces, 22 000 balas, 22 000 paseos de la camioneta a la fosa

Hitler incumplió el Pacto de no agresión e invadió a Rusia en 1941, pero para abril 1943 necesitaba presentarse no como un ejercito invasor, sino como un protector de los abusos del tirano de Stalin, es allí cuando el líder de propaganda nazi, Joseph Goebbels “anunció al mundo el hallazgo fortuito de la Wehrmacht, las fosas comunes de Katyn. Acudió a la Cruz Roja y fotografió el horror, un cura católico traído desde Cracovia celebró una misa de difuntos y se imprimieron carteles conmemorativos sobre el que ya se conocía como <<bosque de los muertos>>” Un acto desesperado en búsqueda de apoyo internacional y un acto de increíble cinismo a sabiendas que para esa fecha los campos de concentración mencionados al inicio de este ensayo ya estaban en plena operación.

La conmoción duró poco tiempo, A lo largo de 1944 los soviéticos invadieron el resto de Polonia -decir que los liberaron es una ironía de mal gusto-“ Con el cambio del péndulo de la guerra, cuando el ejército alemán estaba en plena retirada, los rusos idearon una adaptación de la historia, diciendo que los asesinatos los cometieron los alemanes y que los habían inculpado; para sustentar su “realidad”, presentaron a un chivo expiatorio, un alemán llamado Arno Diere, “fue juzgado en Leningrado después de la guerra y condenado a trabajos forzados por su participación en el bosque de Katyn”. Es así que esa versión quedó plasmada en las mentes de los ciudadanos de los países victoriosos de la segunda guerra mundial y luego el silencio sepulcral sobre el bosque de los muertos fue la constante. Un hecho trágico en una guerra sin sentido que lo mejor era olvidarlo.   

Al final, exactamente medio siglo después de la masacre, en la primavera de 1990 el Gobierno de Mijail Gorbachov reconoció la culpa, lamentándolo y pidiendo perdón a Polonia. Los documentos desclasificados de la KGB en 1991 y 1992 hicieron el resto

Con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, se decreta el comienzo del fin de la URSS y luego de su desaparición para 1991, vuelven a renacer los países dominados por la tiranía socialista. Polonia después de otros 45 años, vuelve a ser un país independiente y hoy ostenta ser miembro de la Unión Europea, pero los fantasmas del bosque de los muertos siguen presentes; el 10 de abril de 2010, un avión que llevaba al presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y a otras 97 personas, se estrelló cuando viajaban para la conmemoración del 70° aniversario de la masacre de Katyn, todos murieron.  

El libro, “La Historia Criminal del Comunismo”, el cual está disponible en Amazon y en otras plataformas y librerías, es de obligatoria lectura para las personas que desean conocer los actos más escalofriantes que se realizaron alrededor del mundo en los países en donde calaron las ideas de Karl Marx y que los hoy militantes quieren esconder.

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