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jueves, abril 25, 2024
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¿Alcalde Quintero se le atravesó al Tren del Río?

Por Alexander Barajas

El Tren del Río, el proyectado tren de cercanías metropolitano, ya no empezaría obras en el primer trimestre de 2023, como se anunció con inminente esperanza a comienzos de este año desde la Gobernación de Antioquia y la entidad promotora Ferrocarril de Antioquia.

Era uno de los temas infaltables dentro de los viajes del gobernador Aníbal Gaviria y sus colaboradores al saliente gobierno central en Bogotá, así como de cada visita del hoy expresidente Iván Duque a Medellín y Antioquia.

Tantas gestiones, estudios y diseños estaban a punto de surtir efecto. Eso se decía. El arranque de esta gran obra, avaluada en su primera fase en 4.88 billones de pesos, dependía de un documento Conpes que garantizaría la entrega del 70 % de esos recursos por parte de la Nación, dentro de la Ley de Metros.

El 30 % restante de los dineros provendría de la región antioqueña, que se supone estaban o estuvieron asegurados. Ya con el aval técnico del Ministerio de Transporte para los diseños finales, solamente faltaba el del Ministerio de Hacienda para que el gobierno de Iván Duque dejara listo el anhelado documento Conpes antes del 7 de agosto.

Sin embargo, la región no pudo garantizar el cierre financiero de la primea fase del Tren del Río, pese a que habría sido confirmado por distintas instancias como la Gobernación de Antioquia, el IDEA, el AMVA y el Metro de Medellín. Solo faltaba un papel: el compromiso económico del Municipio de Medellín, documento que nunca llegó y frenó el proceso, según comentaron extraoficialmente expertos en el tema.

¿Pero qué pasó de comienzos a mediados de año para que ese aval se «embolatara»? No están muy claras la razones, pero varias noticias podrían dar algunas pistas. La primera es que el 19 de junio, en segunda vuelta, Gustavo Petro, padrino político del alcalde de Medellín, ganó la Presidencia de la República.

A pocos días de darse este resultado electoral, se vivió un fuerte rifirrafe ente la Gobernación y la Alcaldía de Medellín, toda vez que funcionarios y exfuncionarios de esta última insistían en ser intermediarios de los primeros ante el recién electo gobierno nacional. El gobernador Gaviria, en tono enérgico, recordó lo innecesario de una mediación con Bogotá.

Ahí puede estar el gran motivo para el inexplicable desinterés de la Alcaldía de Medellín frente al proyecto del Tren del Río que, de ser cierto, retrataría a la perfección la lista de prioridades basadas en el desamor y no en los intereses regionales que tendría el primer mandatario de la capital antioqueña.

Darle la espalda al esperado tren de cercanías, al parecer, no fue suficiente. El alcalde Daniel Quintero decidió lanzar su propio proyecto de tren, como queriendo que se haga en un futuro «el tren de Quintero» y no el que a su juicio sería «el tren de Aníbal Gaviria», para realce político de quien le hizo tamaño desplante público ya mencionado.

Hace un mes, en la primera semana de julio, anunció el alcalde Quintero, dos años y medio de silencio al respecto después de su posesión, que empezaban los estudios para «la línea S» del Metro de Medellín. Sería «S» de subterránea, iría por debajo de la actual línea A, desde Sabaneta, atravesaría el centro de Medellín y llegaría hasta Robledo, la comuna 6 y Bello.
En eso se tomarían en la Alcaldía lo que queda del año y todo el entrante, para entregar la primera fase de estudios en el segundo semestre de 2023, mejor dicho, a semanas de finalizar su periodo, si no media antes una revocatoria cada vez más incierta, pero que sus promotores se niegan a dejar morir. Ni plata ni cabeza ni corazón tendrían para el Tren del Río.

El recorrido de la supuesta «línea S» prácticamente haría redundante un tren de cercanías, por lo menos en su componente multimodal que incluye el transporte de pasajeros, componente que habría facilitado la financiación mediante la Ley de Metros para el Tren del Río, que ya agotó sus fases de prefactibilidad, factibilidad y diseños finales.

Es decir, con ese anuncio, desde la Alcaldía se estaría cambiando un proyecto consolidado (que estaba listo para empezar si hubiera contado con cierre financiero completo), por otro que apenas estaría arrancando sus primeros estudios. Y todo, al parecer, por una ridícula disputa política, de egos, de disgustos que retrasaría o definitivamente engavetaría otro gran proyecto de región.

Ante la coyuntura política actual, es difícil pensar que el nuevo gobierno siga con el proceso en curso y le pida a Quintero, su alfil en Medellín, que lo destrabe oficializando el trámite que falta, prometiéndole peso y visibilidad política gracias a «tan enorme acto de grandeza estadista», que quede como el «tren de Gaviria y Quintero (y Petro, claro está)» para darle gusto.

Pero puede ser, la política es dinámica y nuestro alcalde lo sabe de sobra; ni qué decirlo de nuestro nuevo presidente. También hay que tener en cuenta que llegó un nuevo ministro de Hacienda, que necesita plata para el enorme gasto social que se viene. Otra prioridad. En fin, el tiempo nos dirá qué tantas cercanías tiene el esperado y «casi listo para empezar» Tren del Río. Por lo pronto, el freno de mano lo habría puesto Quintero.

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