En la noche del 7 y 8 de diciembre las casas y calles se iluminen con velas y luces multicolores, en medio de un gran ambiente de fiesta en honor a la Inmaculada Concepción de María.
El lucernario de la virgen arrancó en 1854, cuando el pontífice Pío IX proclamó que Jesús fue concebido sin pecado original, por obra y gracia del Espíritu Santo en el vientre de María.
En su momento el teólogo Álvaro Rodríguez Vásquez señaló que «la noche de las velitas significa la iluminación que hizo Dios en la Virgen y la aceptación de ella de ese proceso divino».
Para los católicos esta tradición de encender la luz, es decirle a la Virgen y al Niño Jesús que vengan a cada uno de los hogares, para muchos es darle la bienvenida a la Navidad, una costumbre que se ha convertido en algo más fraternal y familiar que religioso.