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sábado, junio 1, 2024
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    (EN VIDEO) Las confesiones de Petro: recordando sus días de ‘gloria’ en el m-19 confiesa sus crímenes

    En recientes declaraciones, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha desatado una ola de indignación nacional al hacer una serie de confesiones sobre su pasado militante en el grupo guerrillero M-19.

    Sus palabras, lejos de mostrar arrepentimiento o reflexión crítica, parecen celebrar su participación en actividades que muchos consideran terroristas.

    En una de sus confesiones más polémicas, Petro hizo una apología de cómo se entrenó militarmente con el M-19 en los desiertos del Sahara, en Libia, junto a militantes y combatientes de la Organización de Liberación para Palestina (OLP).

    Según Petro, esta formación y alianzas se justificaban por una causa común con los árabes en su lucha por la patria y contra la injusticia.

    “Nosotros estuvimos, somos aliados de los árabes en sus luchas por tener una patria. Nosotros también queremos tener una patria. Por eso el M-19, en historias no conocidas, estuvo en los desiertos del Sahara”, afirmó con una inquietante mezcla de nostalgia y orgullo.

    Estas declaraciones son preocupantes no solo por su contenido, sino también por la aparente justificación y normalización de la violencia como medio de lucha política.

    Petro mencionó que el M-19 se alió con organizaciones como el Frente Polisario, la OLP, SWAPO y el Congreso Nacional Africano, destacando su cercanía con la guerrilla de Nelson Mandela.

    Sin embargo, esta asociación obvia el contexto y las diferencias fundamentales entre los movimientos por la liberación en África del Sur y la violencia desmedida del M-19 en Colombia.

    En otra confesión, Petro relató un episodio ocurrido en una vereda llamada La María, en Natagaima, Tolima, durante el primer encuentro entre el M-19 y el gobierno de Virgilio Barco.

    Petro describió cómo, junto con otros líderes del M-19, incluidos Carlos Pizarro y Daniel Coronel, se enfrentaron a un momento crucial de decisión sobre una ofensiva militar coordinada con las FARC.

    “Un momento que para mí fue muy intenso… sobre la decisión que estábamos tomando sobre el papel que en ese momento… podíamos influenciar la vida o la muerte de muchísimos colombianos y colombianas”, confesó, subrayando la gravedad y la responsabilidad de sus acciones.

    Estas revelaciones de Petro no solo escandalizan por su contenido, sino que también plantean serias preguntas sobre su actual liderazgo.

    ¿Cómo puede un Presidente que abiertamente confiesa y hasta parece celebrar su participación en actos de violencia y terrorismo, gobernar un país que busca la paz y la reconciliación?

    Las palabras de Petro resuenan como una apología al terrorismo y una justificación de su pasado violento, en lugar de una reflexión crítica y un llamado a la paz.

    La falta de arrepentimiento en las declaraciones de Petro es un claro desprecio a las víctimas del conflicto armado en Colombia.

    Su narrativa romántica sobre el M-19 y sus alianzas internacionales ignora el sufrimiento y el dolor causados por sus acciones.

    En lugar de liderar con un mensaje de reconciliación, Petro parece estar atrapado en un pasado de violencia y militancia, arriesgando el progreso de un país que lucha por superar décadas de conflicto.

    Es esencial que los líderes sean transparentes sobre su pasado, pero más importante aún es que muestren un compromiso genuino con la paz y la justicia.

    Las confesiones de Gustavo Petro no solo fallan en este sentido, sino que también representan un peligroso recordatorio de una época que Colombia debe superar. La nación necesita líderes que miren hacia adelante, no aquellos que se aferren a un pasado de violencia y justificaciones ideológicas peligrosas.

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