Lo que se perfilaba como una reunión diplomática destinada a fortalecer los lazos comerciales entre Sudáfrica y Estados Unidos, tomó un rumbo inesperado tras los polémicos comentarios del Presidente estadounidense Donald Trump sobre la situación de agricultores blancos en el país africano.
El presidente sudafricano Cyril Ramaphosa llegó a la Casa Blanca con la intención de fomentar un diálogo productivo en materia de comercio bilateral. Antes del encuentro, había subrayado la importancia de mejorar las relaciones comerciales entre ambas naciones, e incluso llevó consigo a dos reconocidos golfistas sudafricanos como gesto simbólico, además de obsequiarle al mandatario estadounidense un libro sobre campos de golf de Sudáfrica.
Aunque la reunión comenzó en un tono cordial, el ambiente cambió cuando el presidente Trump entregó a su homólogo sudafricano copias impresas de reportes sobre presuntos ataques contra personas blancas en Sudáfrica. Trump afirmó que buscaría una «explicación» sobre lo que calificó como un supuesto «genocidio blanco», afirmaciones que han sido desmentidas por diversos sectores y calificadas por un juez sudafricano como “claramente imaginadas” y “no reales”.
El presidente Ramaphosa, quien tiene una amplia trayectoria diplomática y fue jefe negociador de Nelson Mandela en el proceso que puso fin al apartheid, respondió con serenidad. Señaló que lo expresado en discursos de oposición no corresponde a la política oficial del gobierno sudafricano, “Tenemos una democracia multipartidista que permite a las personas expresarse”.
Trump hizo referencia a Julius Malema y su partido Economic Freedom Fighters, una formación política opositora que ha promovido retóricamente la expropiación de tierras a agricultores blancos. Sin embargo, el EFF no forma parte del gobierno, y hasta la fecha no se ha llevado a cabo ninguna expropiación bajo la nueva ley que permite, en circunstancias limitadas, la confiscación de tierras sin compensación.
Ramaphosa aclaró que la violencia en el país obedece principalmente a la criminalidad generalizada, y no a un conflicto racial, “Las víctimas no son únicamente personas blancas; la mayoría de las personas asesinadas son negras”.
A pesar del momento tenso, el presidente sudafricano intentó suavizar el ambiente con una broma sobre ofrecer un avión a Estados Unidos, e invocó el legado de Nelson Mandela como símbolo del compromiso de su país con la reconciliación racial.
Tras la reunión, Ramaphosa enfocó su discurso en los temas de comercio. Anunció que se acordó avanzar en diálogos sobre minerales estratégicos, y que su gobierno presentó una propuesta comercial que incluye la compra de gas natural licuado a Estados Unidos.
“No existe ningún genocidio en Sudáfrica”, reiteró el mandatario al concluir su visita, descartando de forma categórica las acusaciones planteadas durante la reunión.
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