viernes, junio 20, 2025
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(OPINIÓN)Llamamiento a juicio de expresidente Uribe, ¿venganza política que incluye a la nueva fiscal? ¿será un «juicio político»?. Por: José Ignacio Penagos H.

Para nadie es un secreto que la radicalización del país está en su momento más álgido. El gobierno del presidente Gustavo Petro, el mayor opositor del expresidente Álvaro Uribe Vélez, ha llevado la crispación a los extremos. La situación del país, solo recuerda las tenebrosas épocas de mediados del siglo XX cuando se generó la violencia partidista entre conservadores y liberales, sino que tiende a repetirla.

Colombia no está lejos de volver a vivir estos tiempos, más cuando la institucionalidad es utilizada a conveniencia, para la venganza política. Y es que eso es lo que viene ocurriendo con el llamado a juicio por parte de la Fiscalía al expresidente Uribe, por la presunta manipulación de testigos, un caso que en el pasado ha tenido posiciones y pruebas firmes para que la propia Fiscalía solicitara en dos oportunidades, la preclusión del caso por falta de pruebas.

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Pero no era sino que se cambiara la fiscal, ternada por el presidente Petro, y que la señora Camacho, segunda a bordo en varias posiciones del hoy ministro de Defensa, Iván Velásquez, llegará a ser fiscal general; para que de inmediato se diera un cambio extremo en la posición de la Fiscalía y se pasara de solicitar e insistir en la preclusión, para ahora radicar escrito de acusación y llamar al expresidente a Juicio.

En términos coloquiales se suele decir: «blanco es y gallina lo pone». El llamado a juicio a Álvaro Uribe Vélez, no es más que la venganza ideológica de los opositores a la gestión del expresidente, que han logrado estar alineados y con el poder necesario, para buscar llevar a la Cárcel al presidente que logró poner contra las cuerdas a la guerrilla, hoy privilegiada por el gobierno de Gustavo Petro.

La fiscal Camacho, trabajó con el exmagistrado Iván Velásquez, quien ha odiado al expresidente Uribe desde tiempos en que desde una de las cortes, acusaba al entonces mandatario, de haber interceptado sus comunicaciones y pese a que eso fue aclarado, el odio de Velásquez no ha cesado. Camacho sería la heredera de ese odio, o al menos por lealtad a Velásquez, es quien ejecute la venganza.

Camacho fue ternada por Gustavo Petro, quien siempre ha sido la voz de la izquierda radical del país y quien hoy privilegia a las guerrillas de las Farc, el ELN y quien además hoy acoge a exparamilitares, en una evidente ruta de esperar este momento, para utilizar la artillería jurídica y hacer que la venganza se de, en contra el expresidente Uribe.

Es claro que el proceso contra el expresidente no tiene las mínimas garantías y que todo forma parte de un circo, minuciosamente calculado para «hundirlo» y vengar el que haya retrasado y casi desbaratado, el proceso de implantación del comunismo en Colombia. Desde Petro, hasta la fiscal, pasando por Cepeda, Velázquez y otros enemigos públicos del expresidente Álvaro Uribe; solo tienen un propósito: «hacer el primer juicio político de la historia de Colombia» utilizando a la Fiscalía como un ente de Gobierno.

En los tiempos del fiscal Barbosa, ya Gustavo Petro había sentenciado que él es el jefe del Fiscal, y si bien Francisco Barbosa trazó límites en la diferencia de un ente estatal y un ente Gubernamental, Petro insistía al decir que él era el jefe del Estado y el jefe del Gobierno. Al parecer, este borrón de línea ha hecho eco en la fiscal, quien desde su nombramiento tiene como reto demostrar la independencia del ente acusador y que no es una fiscal de bolsillo; sobre todo, porque esa entidad tienen varios procesos de interés familiar y afectivo como el de Nicolás Petro y otros.

De extraño y raro pasa de al menos curioso, así puede llamarse el cambio de posición de la Fiscalía con la línea en el caso Uribe Vélez, porque si bien el fiscal delegado para este tema viene del gobierno anterior; todo parece indicar que el «dictado interno» es otro. La lógica está en que si por más de cuatro años la Fiscalía no había encontrado méritos para acusar y por el contrario buscaba la preclusión, en lo que coincidía la Procuraduría; no se entiende cómo en solo 90 días, se pasa de esta posición a la contraria y ahora acusa.

El país tendría que ser muy ingenuo para creerse tremendo engaño si se acepta la versión de que en algunos medios de comunicación se da, diciendo que al rechazarse la solicitud de preclusión por los jueces, entonces la Fiscalía tiene que aceptar que debe acusar. Eso no tiene ni sentido lógico ni jurídico; pues si para el ente acusador no hay mérito para acusar, no lo puede hacer solo porque los jueces no lo creen. De ser lógicos, la Fiscalía o insiste en la preclusión o se abstiene de acusar; pero en cambio, de la noche a la mañana, el fiscal Gilberto Villarreal Pava, desdice lo que en cuatro años han dicho dos fiscales.

Mediáticamente, desde la Fiscalía se le ha hecho recordar y enfatizar a los medios, que es que el fiscal Villareal, es un fiscal que viene del período Barbosa y nombrado por él; pero omiten el juego de intereses que hay entre los 12 selectos fiscales delegados ante la Corte, los 12 cargos más apetecidos al interior de la Fiscalía, entre otras cosas, porque sus sueldos y poder, son casi del calibre del de la fiscal General, es decir, son los cargos más apetecidos y si alguien quiere quedarse, seguramente hará lo que la Jefe mande.

Seguramente, esto es lo que puede estar pasando, Villareal en quince días, desbarata en su escrito de acusación lo que por cuatro años ha hecho Francisco Javier Cárdenas y Gabriel Jaimes; y de repente, habría tenido que encontrar una prueba nueva para borrar todo lo escrito y dicho en tantos años atrás en los que «nunca» se encontró pruebas.

Las preguntas serían ¿Cuál es esa prueba nueva que motiva el escrito de acusación?, ¿Qué nueva información se logró conseguir en 15 días?, ¿Por qué la Fiscalía no respondió a las solicitudes de derecho de petición que en ese sentido hicieron los abogados defensores?.

El llamado a juicio, también es una oportunidad para que ahora, con la presentación de pruebas, testimonios y testigos; se puedan conocer elementos más allá de los argumentos y las versiones. El problema son las manipulaciones y la falta de garantías en este pulso, que seguramente, agitará las calles de un país radicalizado.

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