miércoles, agosto 13, 2025
InicioOpinión(OPINIÓN) Pasar la página es aceptar la violencia. Por: Santiago Valencia González

(OPINIÓN) Pasar la página es aceptar la violencia. Por: Santiago Valencia González

En Colombia las balas no solo hieren cuerpos, también perforan la memoria. Y a veces, la herida más grave es la de la costumbre: esa capacidad de convivir con la violencia como si fuera parte inevitable del paisaje.

Lo ocurrido con Miguel no es un capítulo aislado ni un hecho del que se pueda hablar con el mismo desparpajo con el que se comenta una anécdota trivial. Sin embargo, algunos miembros del gobierno han optado por hacerlo, reduciendo la gravedad de un atentado contra un líder político a frases livianas, como si la amenaza de muerte fuera un simple riesgo “de montar en bicicleta”. Esa actitud no solo banaliza el peligro real que enfrentamos quienes estamos en la oposición, sino que también envía un mensaje claro: no hay garantías.

El fracaso de la llamada “Paz Total” es evidente. Mientras se abrazan criminales en las tarimas y se les ofrecen beneficios a quienes han hecho de la violencia su negocio, la vida de los líderes democráticos se convierte en un asunto secundario. No hay estrategia de seguridad coherente, no hay protección efectiva, y lo que sí hay es una peligrosa complacencia con quienes han sembrado miedo durante décadas.

Y mientras tanto, el dolor se multiplica. En el pasado, un niño llamado Miguel enterró a su madre. Hoy, un Alejandro entierra a su padre, y un papá Miguel llora abrazado al féretro de su hijo. En la audiencia, un Galán y un Lara reviven una película de dolor, incertidumbre y desesperanza. ¿Cuántos muertos más necesitamos para aprender? ¿Cuánta sangre más necesitamos para cambiar? ¿Cuántos huérfanos más para reflexionar?

A esto se suma la falta de empatía de sectores que celebran o justifican la muerte de Miguel, escondiendo su odio detrás de excusas ideológicas. Quien aplaude la violencia contra su adversario no solo destruye el tejido democrático: también legitima que la violencia se devuelva y lo alcance a él o a los suyos.

Hoy fue Miguel. Mañana podría ser cualquiera de nosotros. No se trata de quedarnos atrapados en el dolor, sino de impedir que este se convierta en rutina. Pasar la página rápido es un lujo que Colombia no se puede permitir. No hay democracia real sin garantías para la oposición, y este gobierno, con su retórica y sus omisiones, nos está dejando sin ellas.

No podemos normalizar el atentado a un opositor, no podemos tolerar la indiferencia institucional, y no podemos aceptar que la democracia se siga desangrando mientras el poder justifica o minimiza. Porque cuando un país calla ante la violencia política, empieza a despedirse de su libertad.

ÚLTIMAS NOTICIAS