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viernes, octubre 18, 2024
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    (OPINIÓN) La Autonomía Fiscal, pilar de la Libertad Económica y el Progreso. Por: José Obdulio Gaviria

    Libertad económica es sinónimo de progreso, crecimiento y riqueza de las naciones. A su vez, descentralización y autonomía fiscal de los entes territoriales (departamentos y municipios en el caso colombiano) es un indicador clave de libertad económica. La autonomía crea un entorno donde las decisiones económicas se toman más cerca de las personas a quienes afectan y en consecuencia son decisiones mas acertadas y productivas.

    Enunciemos entonces una ley: la descentralización y la autonomía fiscal son esenciales para fomentar la libertad económica y el desarrollo.

    Libertad económica y progreso:

    Muchos estudios y análisis comparativos demuestran que la libertad económica está directamente relacionada con el desarrollo de un país; que los países que permiten a sus regiones y localidades manejar sus propios recursos y tomar decisiones económicas tienden a prosperar; que la autonomía fomenta la competencia, la innovación y una gestión más eficiente de los recursos; que la descentralización permite a las administraciones adaptarse a las necesidades específicas de cada comunidad; y que el crecimiento local se traduce en un impulso significativo para el desarrollo nacional.

    Descentralización y corrupción:

    Existe una percepción errónea de que la descentralización es un atajo hacia la corrupción. Ese argumento no tiene base lógica sólida. La corrupción no es inherente a la descentralización, sino a la falta de transparencia y rendición de cuentas. De hecho, un sistema descentralizado bien diseñado reduce la corrupción al acercar la toma de decisiones a los ciudadanos, quienes pueden supervisar de cerca las acciones de sus líderes locales. La proximidad entre los responsables de tomar decisiones y los ciudadanos facilita una mayor vigilancia y responsabilidad.

    El escenario internacional:

    Si comparamos países con diferentes niveles de descentralización, aquellos con mayor autonomía territorial tienden a ser más ricos. Suiza y Estados Unidos, que gozan de un alto grado de descentralización, muestran niveles significativos de prosperidad y desarrollo. Estos países han logrado equilibrar la autonomía local con un marco nacional cohesivo, permitiendo que las regiones florezcan según sus propias dinámicas. En contraste, los países altamente centralizados a menudo enfrentan desafíos económicos y sociales debido a la ineficiencia y la rigidez de sus sistemas administrativos.

    El caso colombiano:

    En Colombia, el contraste entre los ingresos fiscales de la Nación y los de los departamentos ilustra la centralización predominante. Los ingresos del Gobierno Nacional, que provienen principalmente de impuestos, representan alrededor del 14-16% del PIB, mientras que los gastos pueden alcanzar el 18-20% del PIB, reflejando un elevado déficit fiscal. En cambio, los ingresos propios de los departamentos representan apenas el 2-4% del PIB, mostrando una gran dependencia de las transferencias nacionales y limitando su autonomía fiscal. Esta estructura limita la capacidad de los gobiernos locales para responder de manera efectiva a sus necesidades específicas y subraya la importancia de avanzar hacia una mayor descentralización y autonomía fiscal.

    Traigo un ejemplo evidente de las limitaciones de la centralización, la hoy muy famosa Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). La incapacidad de esta entidad ultra centralizada para prevenir y gestionar eficazmente tragedias en áreas remotas, como las crecientes de las quebradas en pueblos apartados de Antioquia, demuestra la necesidad de una mayor autonomía local. El centralismo extremo de la UNGRD, impide una respuesta rápida y adaptada a las circunstancias locales, crucial en situaciones de emergencia.

    El caso de La Guajira:

    La situación en La Guajira, donde la falta de acceso al agua potable es un problema crítico, refleja una concepción paternalista propia de un sistema centralista. Intentar llevar soluciones desde Bogotá a problemas que ocurren a miles de kilómetros de distancia es ineficaz, es una verdadera locura. En cambio, la autonomía local hubiese permitido a las comunidades implementar soluciones adaptadas a sus contextos únicos, mejorando significativamente su calidad de vida. La experiencia local y el conocimiento del contexto son esenciales para desarrollar estrategias efectivas y sostenibles.

    Resumamos: la descentralización y la autonomía fiscal son pilares fundamentales de la libertad económica. Promueven un entorno donde las decisiones económicas se toman con mayor eficiencia y adaptabilidad, impulsando el progreso y la riqueza de un país. Un enfoque centralizado y paternalista es una barrera para el desarrollo. Empoderar a las regiones es clave para alcanzar un futuro próspero y equitativo. Al fomentar la autonomía local, se abren grandes oportunidades para el desarrollo, fuente de la riqueza y del bienestar de los ciudadanos y verdadero indicador de la prosperidad de una nación.

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