La migración sigue siendo un fenómeno global impulsado por causas diversas. Esta semana, la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, hizo un llamado urgente a la comunidad internacional luego del hallazgo de diez cuerpos de migrantes en las costas de Marsa Matruh, ciudad egipcia ubicada a orillas del mar Mediterráneo.
Según informó la OIM, las personas fallecidas habrían partido desde Libia, uno de los principales puntos de salida para quienes intentan llegar a Europa en busca de seguridad y mejores oportunidades. La agencia calificó las muertes como “otro doloroso recordatorio del alto costo de la migración irregular y de la necesidad urgente de esfuerzos internacionales coordinados para ofrecer vías seguras, inclusivas y regulares para todos”.
Desde 2014, más de 32.000 personas han perdido la vida al intentar cruzar el Mediterráneo, de acuerdo con cifras del proyecto Missing Migrants de la OIM. La organización advierte que el número real podría ser mayor, debido a los casos no documentados de personas desaparecidas.
“Detrás de cada vida perdida hay una historia: sueños truncados, familias en duelo y futuros que ya no podrán realizarse. Nuestros pensamientos están con sus seres queridos”, expresó la entidad en un comunicado oficial.
La OIM reconoció la respuesta de las autoridades egipcias, calificándola de humana y digna, y destacó la aplicación de altos estándares del Derecho Internacional Humanitario.
El organismo también reiteró su llamado a la cooperación global para abordar las causas estructurales de la migración irregular. Libia, país desde el cual habrían zarpado las víctimas, sigue siendo una de las regiones más peligrosas para migrantes y refugiados en África. Solo en el último año, más de 100.000 personas han ingresado a territorio libio huyendo de conflictos, persecución y violencia en países como Sudán, Chad y otros de África subsahariana.
Actualmente, se estima que hay más de 250.000 refugiados y solicitantes de asilo en Libia, además de 143.000 personas desplazadas internamente. Muchas de ellas viven en condiciones precarias, expuestas a abusos y explotación, en medio de una crisis humanitaria que se sigue agravando.
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