Acelerar la aprobación del paquete de impuestos, propuesto por el gobierno, se convierte en un mal mensaje para el país. Según el trino del senador Miguel Turbay donde dijo: «Gobierno Petro pretende evitar el debate de fondo e imponer aplanadora».
Y en efecto, aunque se argumenta que la finalidad de dicha reforma es cerrar la brecha de equidad social, esto último no está tan claro. Al gobierno no lo respalda la evidencia histórica, de que un avance fiscal tan significativo, e incluso tan agresivo, se haya traducido en bienestar y mucho menos en igualdad, sino todo lo contrario.
La evidencia empírica muestra que mayores impuestos, reducen el ahorro, la inversión y tienen un impacto real en el crecimiento económico. Innumerables son los ejemplos en este y en otros países.
Desde su anuncio, ya resaltaba el hecho de que el gobierno busca que se apruebe la reforma de aquí al mes de diciembre. Más aún llama la atención, cuando se supo que la quieren sacar en solo un mes.
Es claro entonces que, cuando el Estado le quita al ciudadano el dinero de su bolsillo, no se entiende cómo se genera la equidad, cobrándole más que antes, a la población necesitada.
Sobra decir que, que por mucho menos al gobierno anterior, los colectivos violentos le incendiaron el país. Al margen de lo anterior, son ya numerosos los cambios que en corto tiempo propone hacer el nuevo gobierno, y en ninguno se prevé una apuesta seria por aumentar la austeridad reduciendo el gasto, ni por estimular la productividad.
Y aunque es cierto que se habló de eliminar gastos superfluos, estos recortes mínimos únicamente se darán en entidades que no representan el grueso del funcionamiento del aparato estatal.
En consecuencia, y a la luz de los anuncios y compromisos de campaña, el país se dirige a un derroche de grandes proporciones, donde no necesariamente, más recaudo de impuestos se traducirá en bienestar, sino en el sostenimiento de más burocracia.
