El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales – IDEAM, confirmó que ya no será el Fenómeno de la Niña, sino el Fenómeno del Niño, el que causará problemas en Colombia. Según la entidad, el país pasará de las lluvias intensas a una fuerte sequía previendo posibles pérdidas económicas porque se afectarán diferentes cultivos que se producen en el territorio nacional.
«La probabilidad preliminar de que inicie este fenómeno a mitad de año es de 49 % y de que persista hasta el trimestre octubre – noviembre – diciembre es de 62 %», indicó Franklyn Ruiz, profesional especializado de la subdirección de Meteorología del IDEAM.
Los expertos indicaron que la fase inicial del Fenómeno del Niño iniciará durante el trimestre de junio a agosto de 2023 y se extenderá probablemente durante todo el segundo semestre del año, afectando principalmente a las regiones Caribe y Pacífico.
Por lo anterior, diferentes voces están advirtiendo que uno de los sectores que resultará más afectado por el fenómeno natural es el agrícola, debido a que se reducen las lluvias con respecto a los promedios climatológicos normales produciendo sequías prolongadas en diferentes regiones.
«Los agricultores y el país en general deben prepararse para la probable disminución en las lluvias asociadas con el aporte del Fenómeno del Niño que puede intensificar la condición seca. También debemos prepararnos para el incremento en la ocurrencia de incendios asociados con condiciones secas, independiente de si hay Fenómeno del Niño, o no», explicó Luis Alfonso López Álvarez, jefe de la Oficina del Servicio de Pronósticos y Alertas del IDEAM.
Entre los cultivos que resultarán afectados están la coliflor, el repollo, calabacín, ahuyama, pastos, uchuva, gulupa, curuba, durazno, ciruela, pera y tomate y algunas formas de ganadería que suelen requerir grandes cantidades de agua.
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¿Por qué Colombia podría verse afectada con el Fenómeno del Niño?
Según un resumen mensual del estado de los fenómenos de El Niño, La Niña y la Oscilación del Sur, ENSO (por sus siglas en inglés), publicado el lunes 20 de febrero por Columbia Climate School International Research Institute for Climate and Society, «a mediados de febrero de 2023, las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico ecuatorial centro-oriental se debilitaron más, pero se mantuvieron en el nivel del umbral de La Niña (al 15 de febrero de 2023, el último valor observado en la región NINO3.4 fue de -0,5°C)».
Para los expertos que vigilan estos fenómenos, las variables oceánicas y atmosféricas clave se han mantenido consistentes con las condiciones de La Niña, pero observaron que todos los modelos de predicción están apuntando hacia una transición «de un estado neutral de ENSO durante marzo-mayo de 2023».
«La probabilidad de El Niño permanece bajo durante marzo-mayo (3 %), aumentando al 20 % en abril-junio y al 47 % en mayo-julio, y luego se convierte en la categoría dominante a partir de entonces con probabilidades en el rango de 56-59 % de junio-agosto a octubre-diciembre de 2023».
Pero, ¿qué tiene que ver la información anterior con Colombia? Pues Colombia forma parte del Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, CMAR, que corresponde con la región mencionada arriba como «Pacífico ecuatorial centro-oriental».
«Con una extensión de dos millones de kilómetros cuadrados el Pacífico Este Tropical es parte del Pacífico Oriental Tropical (POT) y se extiende desde Costa Rica a Ecuador», explican en la página de la CMAR.
Finalmente, vale destacar que el POT «se encuentra en la zona climática ecuatorial y cuenta con los mayores índices de endemismo del mundo y características oceanográficas complejas dadas por la convergencia de múltiples corrientes marinas».
Colombia parece no aprender
Pese a que Colombia ya ha padecido los efectos y estragos del Fenómeno del Niño con fuertes sequías, pérdidas de cultivos, incendios forestales por doquier, racionamiento de energía y hasta pérdida de vidas humanas y de animales de ganadería, cada vez que se registra el fenómeno sigue pasando lo mismo.
Igual ocurre con el Fenómeno de La Niña: inundaciones, cultivos destruidos, muertes por ahogamiento, desaparecidos, daños materiales, desbordamiento de ríos y quebradas, deslizamientos. Son consecuencias cíclicas que ocurren cada vez que se presentan estos eventos naturales.
Es como si Colombia no tomara las medidas necesarias, a partir de tantas experiencias, para evitar que se repitan los daños colaterales que reinciden, por lo general, en las mismas regiones del país. Lo anterior ha permitido crear un mapa de riesgo nacional, en manos de la Ungrd. Sin embargo, ¿en la práctica de qué ha servido?
Bien haría el Gobierno Nacional en tomar el ejemplo bíblico de las vacas gordas y las vacas flacas para nombrar a un hombre realmente sabio, desprendido de egoísmos e interesado en el bienestar nacional, para que ejecute los planes que están escritos en el papel con el fin de evitar las reiteraciones de los daños producidos por los fenómenos antes mencionados.
Sin embargo, hasta ahora ni se aprovechan las «vacas gordas», ni se aprende de las «vacas flacas» y, si se cumple lo que los expertos han indicado, entonces se verán por el territorio nacional nuevamente grandes sequías, pérdidas de cultivos, incendios forestales por doquier, racionamiento de energía y hasta pérdida de vidas humanas y de animales de ganadería.
Miles de actores sociales y ambientales han planteado propuestas valiosas que están en poder del Gobierno central. A Colombia le caería bien que se ejecutaran en el territorio por el bienestar común de los colombianos.
