Se cumplen diez años de una de las tragedias más dolorosas en la historia del fútbol sudamericano. El accidente aéreo que cobró la vida de la mayoría de los integrantes del club brasileño Chapecoense cuando se dirigían a Medellín para disputar la final de la Copa Sudamericana frente a Atlético Nacional. El siniestro ocurrió en los cerros ubicados entre los municipios de La Unión y La Ceja, en Antioquia, luego de que la aeronave se Lamía, se quedara sin combustible a pocos minutos del aeropuerto José María Córdova.
Aquella noche del 28 de noviembre de 2016 marcó para siempre al fútbol continental. Jugadores, cuerpo técnico, directivos, periodistas y tripulantes fallecieron en un hecho que conmocionó al mundo deportivo y dejó una herida profunda tanto en Brasil como en Colombia. Chapecoense vivía el momento más importante de su historia deportiva, mientras que Medellín y el país entero se preparaban para recibir un evento que debía ser una celebración del fútbol.
Tras conocerse la magnitud de la tragedia, Atlético Nacional tomó una decisión que quedó grabada en la memoria colectiva del deporte. El club colombiano solicitó oficialmente a la Conmebol que el título de la Copa Sudamericana fuera otorgado a Chapecoense, como un acto de respeto y solidaridad con las víctimas. La confederación accedió a la petición, y el equipo brasileño fue proclamado campeón, en uno de los gestos más recordados de humanidad y ética en el fútbol moderno.

Ese acto fortaleció un lazo de hermandad entre ambos clubes que ha perdurado a lo largo de los años. Más allá de rivalidades, trofeos o estadísticas, la tragedia dejó una enseñanza sobre el verdadero significado de la grandeza deportiva, medida no solo en títulos, sino en valores como la solidaridad, la honestidad y el respeto por la vida.
A una década del accidente, Chapecoense anunció un homenaje especial a Atlético Nacional. El club brasileño decidió seguir compitiendo durante el 2026, con una camiseta inspirada en los colores y el diseño del equipo antioqueño, como símbolo de gratitud y memoria. La prenda representa no solo un tributo deportivo, sino también un recordatorio permanente del vínculo que nació en medio del dolor.
Diez años después, el recuerdo de Chapecoense sigue vivo en Antioquia y en el corazón del fútbol colombiano. El homenaje reafirma que, incluso en las circunstancias más trágicas, el deporte puede convertirse en un puente de unión, memoria y respeto entre pueblos y equipos que quedaron unidos para siempre por la historia.






