El Congreso de la República debería ser lo más sagrado del país, porque es la Junta Directiva de esta empresa que se llama Colombia y porque allí se deberían tomar las mejores decisiones por el bien de la comunidad, pero desde hace décadas, se ha degradado la calidad y el perfil de los congresistas, en razón de que, cualquier persona por el hecho de ser colombiano mayor de edad puede serlo, cuando hoy se exige en cualquier empresa, que los miembros de su junta sean personas honestas bien preparadas, con experiencia, con principios éticos y morales, dispuestos a trabajar por el gobierno corporativo.
Hoy el Congreso está conformado por muy pocas personas interesadas en el bienestar de la gente, los superan los que han aprovechado la política, el tráfico de influencias y medios corruptos para escalar al poder y por eso, los partidos políticos son de origen personal sin unos claros principios. También hay quienes no cumplen con los merecimientos para ocupar una curul, porque han llegado con mañas o por medio de las armas, el asesinato, el secuestro, la extorsión y el narcotráfico, con el convencimiento para ellos, que son la solución para todos los males del país; por tal motivo, hemos llegado a tal degradación incluyendo al mismo poder ejecutivo que por las evidencias que hoy tenemos, está promoviendo acciones corruptas para lograr sus objetivos, incluyendo a su círculo más cercano y a los mismos miembros de su familia.
Anteriormente los líderes gremiales le hablaban claro al Presidente y sus ministros defendiendo no solo a sus afiliados, sino a la comunidad en general, ejercían el control e intervenían directamente en las decisiones del Senado y la Cámara por medio de los Lobistas que a la postre, se tornó en una profesión respetable, pero ahora, cada gremio, cada empresario, cada profesional se ha dedicado a proteger lo suyo, sin pensar en lo mejor para el país; por esa ausencia de interés en lo colectivo, se ha permitido el acceso al poder, de personas sin las calidades ni experiencia para cumplir a cabalidad su función.
Este es el temor que expresa Gustavo Petro, cuando a voces dice: “Que lo quieren tumbar” y a lo mejor es cierto, porque las encuestas presentan una cifra del 60% de desaprobación, sobre la forma como se está dirigiendo el país, además porque ya ha sido imputado por el Consejo Nacional Electoral y avanzan las denuncias por violación de topes en la Comisión de Acusaciones.
Gustavo Petro por sí solo se está tumbando por su forma de gobernar y quizás termine su mandato, pero a las elecciones del 26, llegaría tan desacreditado Él y su movimiento, que muy posiblemente la comunidad reacciona y elegirá a alguien con la capacidad de recomponer el país, por ahora figuran los mismos de siempre, pero ojalá aparezca ese líder que enfrente a la izquierda en aquellas elecciones, porque ellos se quieren atornillar al poder para seguir viviendo sabroso
