La cooperación entre Venezuela e Irán para desarrollar tecnología militar ha evolucionado desde una relación política simbólica a un programa operativo estratégico. Según el Washington Institute, el régimen de Nicolás Maduro ha afianzado el vínculo iniciado por fallecido Hugo Chávez, facilitando el aterrizaje de aviones y barcos iraníes en territorio nacional, además de permitir el montaje de una planta de ensamblaje de drones en el estado Aragua.
La instalación, ubicada en el municipio Libertador, a unos 120 kilómetros de Caracas, estaría fabricando modelos como el Mohajer-6, un dron de combate con capacidad para misiones de vigilancia y ataque. El reporte sostiene que la cooperación incluye entrenamiento a militares venezolanos y transferencia tecnológica, con posibles ramificaciones hacia otros aliados ideológicos de Irán en la región.
Drones, la alternativa militar de bajo costo
La razón estratégica detrás del uso de drones radica, en buena parte, en su bajo costo. Mientras un avión de combate moderno puede superar los 40 millones de dólares, un dron como el Mohajer-6 cuesta entre 1,5 y 2 millones. Esta brecha presupuestaria es significativa para países como Venezuela, que enfrentan sanciones internacionales y severas restricciones económicas.
La producción de drones representa una forma de modernización bélica para gobiernos que buscan sostener o aumentar su poder de disuasión sin recurrir a costosas flotas aéreas tripuladas. Según expertos, estos aparatos permiten realizar operaciones de reconocimiento, ataque y control territorial con menos riesgos y menores costos operativos.
Extensión del modelo a aliados regionales
El informe también advierte que Irán estaría asesorando a actores políticos y militares en otros países como Bolivia, Nicaragua y Cuba. En estos Estados, se baraja la posibilidad de que parte de la producción venezolana se replique o se adapte a sus necesidades internas. La sustitución de aeronaves convencionales por drones podría cambiar el equilibrio militar regional, especialmente en zonas donde persisten tensiones internas o disputas ideológicas internas, países con regímenes autoritarios o con disputas con vecinos.
Cabe recordar que estos tres países han sido objeto de observación y sanciones por parte de Estados Unidos y vigilancia de Naciones Unidas y otros organismos internacionales debido a violaciones a los derechos humanos, represión política, ataques a la democracia y censura sistemática.
Un tablero geopolítico en transformación
La presencia iraní en América Latina, especialmente a través de tecnología militar, representa un desafío para Estados Unidos y sus aliados regionales. Históricamente, Washington ha considerado al continente su zona de influencia. La expansión de Irán, respaldada por alianzas ideológicas y logísticas, pone a prueba esa hegemonía, en un momento en el que el sistema internacional atraviesa un proceso de reconfiguración.
El informe, también recalca el intento de Irán de poder fortalecer la producción de este tipo de naves con autonomía pro programable y telecontroladas para incrementar su arsenal Militar y su posición de ataque y defensa en el Medio Oriente, en momentos de crisis en los que a estos países se les cierra la puerta por la presión internacional.
La planta de producción de Drones iraní en Venezuela involucra además un centro de aprendizaje, formación y entrenamiento para pilotos, en su mayoría jóvenes expertos en videojuegos que son reclutados para que puedan controlarlas de una vez de destrucción.
El ensamblaje de drones en Venezuela, país con limitaciones financieras severas, ilustra cómo las potencias no occidentales están encontrando brechas estratégicas para ampliar su alcance global, sin necesidad de bases militares tradicionales.