martes, abril 23, 2024
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Todavía es tiempo para que la Contraloría revise su postura con relación a Hidroituango

Por Jorge H. Botero

Hidroituango es la obra de ingeniería más compleja que haya tenido el país en muchos años. Comenzará a generar energía a partir del año entrante; cuando todas sus turbinas estén en operación, aportará aproximadamente el 17% de la energía total que consumimos. Para destacar su importancia, basta decir que la disponibilidad de electricidad es condición infaltable del crecimiento económico y del bienestar de la población; y que, si bien Colombia acierta en diversificar sus fuentes de energía, dándole relevancia, como viene haciéndose, a las energías eólica y solar, la de origen hídrico seguirá siendo esencial en el futuro previsible. Como se trata, pues, de un asunto de relevancia nacional, escribo esta columna a pesar de que tengo intereses profesionales al respecto. Lo advierto por transparencia con los lectores.

Para obtener electricidad a partir de la fuerza hidráulica, de ordinario se necesita represar el rio cuyo caudal va a utilizarse. Para lograrlo se construye un muro de contención y ejecutan otras complejas obras de ingeniería, actividades que implican desviar temporalmente el rio de su cauce. Estas tareas se soportan en estudios de factibilidad, entre ellos los geológicos, hidrológicos y económicos, con base en los cuales se diseña la obra, y se definen el presupuesto y el cronograma para su realización. La experiencia demuestra que, por buenos que sean esos análisis previos, su capacidad predictiva es limitada.  Es preciso ajustarlos a las realidades que se descubren en el terreno. Proseguir a rajatabla en lo que se sabe carente de factibilidad sería una estupidez infinita. La ingeniería no es una ciencia exacta sino aplicada.

Estas nociones ayudan a entender lo que sucedió en Hidroituango. Incluso antes de que se iniciaran los trabajos se presentaron problemas complejos: movilizaciones populares, demoras en la construcción de las vías de acceso, dificultades en la adquisición de los predios. A estos problemas hay que añadir otro de carácter técnico: las condiciones geológicas para la construcción del túnel de desviación de las aguas, en el sitio inicialmente previsto, resultaron inadecuadas. Tuvo que desplazarse hacia otro para poder cumplir con el cronograma previsto y evitar costos innecesarios.

En abril de 2018 se produjo el colapso de esa estructura, lo cual bloqueó la evacuación del agua. La situación era gravísima: permitir que esta llegara hasta el tope de la presa, que no estaba todavía terminada, la habría derrumbado generando una avalancha de consecuencias fatales. Por ese motivo fue indispensable reconducirla por la casa de maquinas a sabiendas de que los equipos que se estaban instalando se perderían; y acelerar la construcción de la presa para que su vertedero también se usara como ducto de evacuación. Se actuó con celeridad y buen juicio para evitar una tragedia.

El costo de este accidente, y de las medidas para evitar un problema mayor, excede de $ 4 billones. EPM, en su condición de constructor, presentó una reclamación al asegurador de las contingencias constructivas que este aceptó sobre la base de que la cobertura cubre todos los riesgos, salvo la intención dañina (corrupción) y la culpa grave, factores que fueron descartados luego de estudios que cabe suponer rigurosos. Resulta, por lo tanto, difícil de comprender que la Contraloría General haya resuelto, en primera instancia, deducir responsabilidad fiscal a las empresas y funcionarios públicos involucrados por la última de esas causas. La conducta del asegurador, que acepta pagar cuantiosas sumas bajo el supuesto de que se procedió con diligencia, debería ser tomada como prueba suficiente de la actuación correcta de los ahora procesados. Y que los cuantiosos pagos que en virtud de la póliza se vienen realizando, es el mecanismo adecuado para resarcir el patrimonio público.

Las personas que han sido llamadas a responder actuaron dentro de instituciones cuyas culturas organizacionales -consolidadas a lo largo de muchos años- se caracterizan por la calidad de los servicios que han prestado en nuestro país y en otros. No parece razonable asumir que, de manera súbita, y abandonando los patrones de conducta diligente que han sido habituales en sus organizaciones, se hayan convertido en un grupo de gente inepta, al extremo de que se tenga por demostrado que el accidente fue resultado de una cadena de desaciertos graves de múltiples actores. El error de uno es probable; el de muchos, remoto. Por algo los aviones suelen tener dos pilotos y se establecen juntas médicas para casos complicados.

Tampoco parece adecuado que los funcionarios de la Contraloría, cuyos conocimientos difícilmente pueden ser mejores a los de esos cuerpos profesionales, sustituyan, por los suyos propios, los criterios de gente experta, por supuesto a menos de que existan poderosas razones.   De ordinario, se deben respetar las decisiones de quienes deben tomarlas. La incertidumbre existente por otros factores, agravado por el que aquí se reseña, causa el paulatino alejamiento de empresarios honestos de las actividades en las que hay recursos estatales de por medio. Y lo que es igual de preocupante: que se ha complicado muchísimo atraer gente honesta y capaz al servicio público.

El Contralor Córdoba ha tomado medidas importantes para mejorar la calidad de los procesos de responsabilidad fiscal. Entre ellas cabe mencionar la creación de una sala plural de apelaciones, y una instancia judicial previa de revisión. Mal podría pedírsele que interfiera en el funcionamiento de esos organismos. Pero sí es legítimo sugerirle que este asunto se discuta previamente como cuestión doctrinal. Siempre es conveniente tener criterios generales, definidos con antelación, antes de fallar sobre asuntos concretos. El precedente que se cree, sea cual fuere, tendrá enorme importancia para el futuro de la construcción de la infraestructura que tanto necesitamos.

Briznas poeticas. De Gustavo Adolfo Garcés este deslumbrante poema de amor: “Para impedirte el paso / tendría que levantar el puente levadizo / siempre / que la excavación fuera profunda / y circundara la fortaleza / …pero qué hacer sin foso / sin puente / sin castillo”.

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