El conflicto entre India y Pakistán ha vuelto a escalar, alimentando la tensión en una de las regiones más volátiles del sur de Asia. Aunque las raíces del conflicto son profundas, el detonante más reciente se remonta al pasado 22 de abril, cuando un ataque armado en Pahalgam, un popular destino turístico en Cachemira administrada por India, dejó al menos 25 ciudadanos indios y un ciudadano nepalí muertos.
Se responsabilizó del atentado al grupo armado The Resistance Front (TRF), una organización que, según Nueva Delhi, opera desde territorio paquistaní. Islamabad (capital federal de Pakistán) negó categóricamente cualquier vínculo con los atacantes.
Como respuesta, India anunció una operación militar dirigida contra “infraestructura terrorista” tanto en territorio paquistaní como en la Cachemira administrada por Pakistán. La ofensiva, lanzada en la madrugada del 7 de mayo, tenía como objetivo nueve emplazamientos identificados previamente. Según fuentes oficiales indias, sólo se atacaron puntos vinculados a grupos armados y no se afectaron zonas civiles. Sin embargo, Pakistán sostiene que los ataques impactaron áreas civiles y causaron la muerte de ocho personas, entre ellas varios niños, así como 35 heridos.
En represalia, Pakistán afirmó haber derribado cinco aviones de combate indios y un dron. Nueva Delhi, hasta el momento, no ha confirmado estas pérdidas.
Este episodio se suma a una larga historia de tensiones entre los dos países, ambos dotados de armas nucleares, y cuya disputa por Cachemira ha sido motivo de tres guerras: en 1947, 1965 y 1999. La región continúa dividida por una línea de control establecida hace casi 80 años, pero sigue siendo reclamada en su totalidad tanto por India como por Pakistán.
La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación. El secretario general de la ONU, António Guterres, instó a ambas naciones a evitar una confrontación militar que podría salirse de control. Desde Estados Unidos, el expresidente Donald Trump calificó de “vergonzosa” la operación militar India, mientras el Departamento de Estado aseguró estar monitoreando de cerca la situación.
En tanto, la región permanece en alerta. Varias aerolíneas comerciales han comenzado a evitar el espacio aéreo paquistaní, en un reflejo del aumento de la tensión internacional ante este nuevo episodio.
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