SOS es la señal de socorro más utilizada internacionalmente. Se comenzó a usar a principios del siglo XX y se aprobó durante una conferencia internacional en Berlín en 1906.
Es de tal gravedad la peligrosa situación política actual de nuestro país, que en nuestra opinión llegó el momento de pedir el auxilio, no solo de Dios Nuestro Señor, sino de los colombianos de esforzado corazón, de convicciones rectas y sólidas en materia de Patria y Democracia, de significación social y política, de indudable afecto y gratitud por sus compatriotas y de buena voluntad, que pueden y deben defendernos de la amenaza populista comunistoide que se nos viene encima desde el desgobierno que padecemos.
¿En qué consiste esa amenaza? En varias posibilidades, todas funestas y que se concatenan. Un régimen con rasgos imperiales, un demostrado desprecio por la democracia real y efectiva, una conducta vulgar, grosera y carente de moralidad; una tendencia a menospreciar y vulnerar las normas constitucionales y legales que rigen nuestro ordenamiento jurídico; un deliberado desconocimiento de la separación de poderes en que se fundamenta la arquitectura de nuestro Estado Social de Derecho; una absurda política internacional que empuja a Colombia a insultar a nuestros antiguos amigos y aliados y a marchitar, cuando no a suspender relaciones diplomáticas y consulares con ellos, mientras se intensifican o establecen relaciones fuertes y amistosas con dictaduras y regímenes
oprobiosos.
Pero hay más todavía. El desgobierno es tolerado y -quien lo creyera- elogiado por supuestos representantes de la ciudadanía, no solo de los que han sido elegidos por minoritarios partidos políticos y grupos afines con el desgobierno, sino por electores y congresistas de colectividades históricas y respetables, que han sido sobornados con dinero, empleos y contratos para que así puedan conservar sus clientelas y asegurar no solo su reelección indefinida sino su enriquecimiento personal y familiar. Ese parece ser, según se rumora en la calle, el caso de la Comisión de Investigación Acusaciones de la Cámara de Representantes.
Mientras esto sucede la Fuerza Pública es descuidada, abandonada a sus propias fuerzas, amenazada si se atreve a cumplir su deber patriótico y constitucional, desarmada, humillada, colocada en condiciones de inferioridad frente a los bandidos y convertida en carne de cañón, lo que ya no podrán seguir tolerando porque es violatorio de nuestra Carta Magna y de las leyes que a todos nos obligan, de tal suerte que Ejército y la Policía Nacional se verán ante la disyuntiva de obedecer a la Constitución y a la ley o a un funcionario transitorio.
Lo anterior mientras la República naufraga aceleradamente en un mar de corrupción oficial, amplísima criminalidad no combatida y aparentemente estimulada por una actitud pasiva del mando civil superior de la fuerza pública, -lo cual debe terminar ya so pena de caer en la vergüenza del “estado fallido”- ; de indiferencia en el cultivo sin control de plantas alucinógenas y narcotráfico tolerado al extremo de rasgos de insania en quien una parte de la comunidad equivocadamente designó como guardián del manicomio, acusado públicamente como adicto y consumidor…
Este SOS va dirigido a aquellos ciudadanos y ciudadanas que en diferentes épocas han recibido el apoyo de la sociedad para representarla en elevadas posiciones públicas; a quienes por su talento, preparación y buena conducta han sido llamados por el pueblo a ocupar el solio de Bolívar y han ejercido con decoro y patriotismo la Presidencia de la República, dejando un legado que puede ser combatido en términos partidistas, pero que nunca atentaron contra la Patria ni hicieron nada que hoy pueda rebajarlos. Ellos tienen una deuda de gratitud con los colombianos que los respaldaron y ha llegado la hora de que la paguen y se comprometan y cumplan como buenos con la nación, olvidado toda clase de desencuentros personalistas y sacrificando sus agravios en el altar de la Patria.
Me refiero a Cesar Gaviria Trujillo, Andrés Pastrana Arango, Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos Calderón e Iván Duque Márquez, lo mismo que a dos importantes compatriotas que si bien no han accedido a la primera magistratura de la Nación, si tienen posibilidades de hacerlo puesto que son jefes de dos corrientes políticas democráticas de importancia: Germán Vargas Lleras de Cambio Radical y Enrique Gómez Martínez de Salvación Nacional.
Extendemos el llamado a los exministros, exdirectores de Departamentos Administrativos, exembajadores, excongresistas, exgobernadores, exalcaldes y en general a todas las damas y caballeros de Colombia que bien por política o por civismo o por cualquier otro motivo tienen influencia sobre sus compatriotas, para que participen, con decisión, con valor, con aguante y con mucho afecto por la causa, en que nos organicemos para adelantar una Cruzada Nacional de Defensa de Colombia y entre todos la salvemos de la mala hora por la que atraviesa y del negro futuro que la amenaza.
Igual llamado va para todos los dueños, directivos y periodistas de los medios de comunicación nacionales y regionales; para los empresarios y banqueros, que se verán bastante perjudicados en sus negocios y en sus familias, pues aunque les quedaría fácil salir del país a residir en cualquier otro lugar que les convenga y hasta podrían llevarse parte de sus capitales, perderían los bienes inmuebles que tuvieran en Colombia y quedarían manchados para siempre porque en vez de socorrer a sus compatriotas los abandonaron, demostrando así que su único interés era el dinero, pero que carecían de solidaridad y de conciencia social.
En todo caso es importante que los colombianos piensen en que si la izquierda radical grosera, voraz, carente de honor y de moral, arbitraria y tiránica, sigue su destructiva labor en Colombia, al vergonzoso estilo de Cuba, Venezuela y Nicaragua, en Latinoamérica, o de Corea del Norte y demás países de los otros continentes, la democracia informada y la misma civilización occidental desaparecerán de nuestro país y pasarán no años sino lustros antes de que se pueda recuperar, con el consiguiente y perjudicial retraso que eso conlleva, por lo cual, desde ahora necesitamos unirnos fuertemente, sin egoísmos y organizarnos
no ya para para ejercer el simple juego de la política normal, sino para ganar una nueva independencia para Colombia, amenazada hoy por fuerzas oscuras y malignas que sin Dios ni ley ni respeto alguno por la dignidad del hombre han comenzado a destruir nuestro país y a transformarlo en uno de esos “paraísos” infernales del tiempo de los tiranos de la izquierda Lenin y Stalin en la Unión Soviética, o de esos estados-policías prisioneros de una terrible y calamitosa extrema derecha, ejercida a la manera de Hitler y Mussolini.