Cuando la memoria es corta, la vida sorprende con situaciones ingratas. Solo habían pasado unas cuantas horas, cuando el gobernador de Antioquia, Anibal Gaviria, publicó un mensaje en Twitter en el que celebraba el resultado de la segunda vuelta presidencial en la que triunfó, por la mínima diferencia, el candidato del Pacto Histórico Gustavo Petro Urrego.
El mandatario departamental dijo: «UNIDOS POR LA VIDA. Nuestra democracia fortalecida: Colombia 58 %, Antioquia 56,65 %, participación récord. Más de 22,5 millones de votos. Felicitaciones Gustavo Petro y Francia Márquez. Antioquia siempre ha convocado y convocará a trabajar UNIDOS por la VIDA».
Algunos desprevenidos esperaban este mensaje de parte de Daniel Quintero Calle, pero no del gobernador de Antioquia. ¿Qué pasó? No se trata de una voltereta repentina de Gaviria, ni de una acomodación de último minuto para no quedarse por fuera la piñata que se vivirá en Colombia a partir del 7 de agosto.
De hecho, la postura de Anibal Gaviria no debería extrañar a nadie, pues basta con recordar que él siempre fue la fórmula de Daniel Quintero Calle, para hacer el uno-dos en Antioquia y Medellín y así apoderarse del bastión de las libertades y de la democracia colombiana.
Es que no se puede olvidar que el gobernador y el recién restituido alcalde, expelían un aroma de complicidad inigualable, e incluso salían juntos a enfrentar las ruedas de prensa. En aquella luna de miel, Gaviria era la voz cantante, mientras que Quintero era un sumiso obrero. Las cosas cambiaron cuando el gobernador cayó en desgracia y terminó en prisión domiciliaria, por los líos judiciales relacionados con irregularidades en los contratos de las obras de mantenimiento y pavimentación de un tramo de la Troncal de la Paz.
«Ellos eran fórmula, una dupla política que adquirió el control de la ciudad y del departamento», aseguró una fuente consultada por IFMNOTICIAS.COM. Sin embargo, la detención de Gaviria destruyó esa sociedad, al punto de terminar enfrentados en contrapunteos que fueron conocidos por la ciudadanía.
Sin embargo, la ambición de poder debe haber contribuido a limar las asperezas entre Gaviria y Quintero, quienes, al fin de cuentas, comparten también la sumisión oculta al capo del Pacto Histórico, Gustavo Petro Urrego.
Para otros analistas, el pronunciamiento de Anibal Gaviria surge de la oportunidad que tiene de buscar el «perdón social» prometido por Petro, algo que no solo anima al actual gobernador de Antioquia, sino también a su fórmula, el restituido alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle. La impunidad prometida, parece un aliciente irresistible para los encartados en procesos relacionados con corrupción… ¡Gaviria tenía que montarse al bus del perdón social!