Hablemos claro: Obligar a los jóvenes colombianos a cotizar hoy a un sistema de reparto pensional con la falsa promesa de una pensión futura, en un escenario de inevitables cambios demográficos y crisis fiscal, es un fraude monumental.
Estos sistemas son esquemas Ponzi disfrazados, prohibidos en el ámbito privado por su naturaleza fraudulenta. Prometen más de lo que pueden entregar y están destinados al fracaso ante una población que envejece. La juventud en Colombia se ve forzada a financiar un futuro que no solo es incierto, sino que probablemente los dejará desamparados cuando más lo necesiten en la vejez.
El sistema de reparto no solo confisca el ingreso de los trabajadores, sino que también enfrenta a dos generaciones. En lugar de fomentar la cooperación pacífica y la eficiencia mediante precios y mercados, perpetúa un ciclo de dependencia y conflicto.
Esta reforma pensional que se debate actualmente no hace más que perpetuar estos problemas y debe ser rechazada.
Es imperativo pensar con responsabilidad en el futuro y considerar una prohibición constitucional de los “Sistemas de Reparto”. Los ingresos de los trabajadores deben ser considerados sagrados, y su ahorro, intocable.
Los sistemas de ahorro individual ofrecen una alternativa basada en la autonomía personal y la responsabilidad. Permiten que cada trabajador controle su futuro financiero sin imponer cargas injustas a las generaciones futuras.
Es hora de reemplazar el modelo antiguo con una solución que respete el trabajo y la libertad de cada ciudadano.
