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martes, enero 7, 2025
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    (OPINIÓN) Para reflexionar… y actuar en consecuencia. Por: Luis Alberto Villamarin Pulido

    ¿Favorecen actuales crisis políticas en Occidente y sus aliados a los proyectos totalitarios de China y Rusia?
    La reciente dimision del primer ministro canadiense Troudeau, para no seguir como jefe de su partido político, se suma a lo que viene sucediendo progresivamente en Reino Unido, Francia, Alemania, y Corea del Sur, puntales geopoliticos y geoestrategicos de la política exterior de la Casa Blanca.

    El triunfo populista de Trump sobre la pobre campaña electoral y programática de la señora Harris, dejó al descubierto algo que era.un secreto a voces:
    Hay sequía.absoluta de liderazgos políticos serios, estructurales y estructurados en el mundo entero

    Por infortunio, tales ausencias son suplidas mediante populismos en nombre de la democracia y vía autoritarismos en nombre de la multipolaridad.

    Parecería ser, que se hubiera agotado el modelo de libertad y democracia impulsado desde 1945 en adelante, por Occidente en cabeza de Estados Unidos al término de la segunda guerra mundial, y que por desgracia para retomar la senda de la cordura política, los valores humanos y el empleo adecuado de la tecnología al servicio de los miles de millones de habitantes del planeta, la trágica solución fuera otra guerra mundial.

    No es tremendismo sino realismo.

    Basta con observar y analizar las publicaciones más serias de los medios de comunicación más influyentes, para inferir que están dadas todas las condiciones para una gran guerra que paradójicamente, conduzca a nivelar cargas ya producidas en desfases populistas, ambiciones totalitarias y persistentes crisis políticas internas, sumadas a conflictos insolubles por ahora.

    Naturalmente, los resultados son impredecibles así como los impactos que una guerra de tal magnitud, traería al llamado tercer mundo.

    Surgen entonces, más preguntas que respuestas al respecto, pues solamente los estadistas estrategas en cada país, pueden conducir las naciones hacia puertos seguros en épocas de suprema tribulación.

    El escollo gravita en qué sin excepción, la dinámica política en Occidente se tornó en escenario ideal para candidatos, no para proyectos de Estado, mientras que en contraste, los regímenes totalitarios están cultivando una peligrosa identidad colectiva, que por su desarrollo, es cada vez más impredecible.

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