Cada inicio de semana las gentes pensantes de Colombia se presentan expectantes frente a los nuevos hechos o cortinas de humo que el presidente Petro nos tiene preparadas, porque parece seguir un libreto para promover escándalos, generar desconcierto o tomar acciones que van en contravía de cualquier gobernante sensato, con el objeto de generar polémica o promover titulares de prensa para ocultar lo sucedido en los días anteriores y así mantener a la opinión pública hablando de los hechos de la semana.
Todo este repertorio pareciera que lo prepara durante el fin de semana en forma deshilvanada e improvisada, para generar un mayor desconcierto, con el único objetivo de que su nombre suene para bien o para mal. Este es un mal presagio porque existen grupos de personas y no pocos, que le creen sus locuras tal como él define las del cuestionado Armando Benedetti y de las cuales el jefe del Estado no es ajeno.
Mientras las instituciones del país se destruyen en manos de los ministros y de muchos de los miembros del Congreso afectos a las políticas y a la extraña ideología del jefe del Estado, que parece ser una amalgama de tendencias como las de un autócrata socialista, comunista, anarquista, populista y otros más apelativos, con el objeto de destruir los sistemas de la salud, lo laboral, las pensiones, la autonomía y otras instituciones que aún faltan por reformar, al arbitrio de las decisiones de un puñado de políticos que han traicionado la voluntad de quienes los eligieron y de los que no votamos por ellos pero nos interesa el bien de Colombia.
Petro insiste ante el Congreso, a pesar de haber sido derrotado en primera instancia, con el proyecto de la salud y ahora ad-portas de que se le declare inexequible lo de las pensiones, en cambiar lo que ha funcionado bien desde hace más de tres décadas, cuyo fundamento podría haber sido sujeto de mejoras, escuchando las voces de los expertos, para ajustarlas a la realidad del momento.
Lo que si vemos es que Petro está en campaña con miras a las elecciones del 2026, armando una tramoya para atraer con su dialéctica, a incautos que todavía se venden por espejitos como los que trajeron los colonizadores para cautivar a los aborígenes de entonces.
Tampoco vamos a conocer lo que hará el gobierno frente al resto de los días del mandato de Petro, porque no lo van a presentar y de hacerlo, nos llegaran muchas sorpresas basadas en un plan de desarrollo ejecutado en una forma muy distinta a su letra que lo originó y continuarán sorprendiéndonos hasta el fin de estos aciagos meses que nos faltan.
No vemos un claro futuro para Colombia por el camino que nos conduce Petro y tampoco se puede esperar de los precandidatos que, a un año de las elecciones, están haciendo visibles sus egos mas no las acciones para salvar la democracia, muchos están pensando en su propio futuro mas no el de todos los colombianos.