miércoles, octubre 29, 2025
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(OPINIÓN) El último de los Mohicanos. Por: Jaime Alberto Palacio Escobar

Tuve la fortuna de estar durante cinco años en industrias Haceb al lado de don Dario Valencia Echeverri gerente general y de un maravilloso grupo directivo. Todo el escenario de la organización y toda la escena del trabajo estaban iluminados por un destello fulgurante desde una fuente inagotable de luz, de sabiduría y de vocación solidaria llamado José María Acevedo, a la sazón, propietario con su familia de la empresa.

Durante el tiempo que estuve al frente del proceso de gestión humana logré palpar de primera mano, lo que significa la vocación y la entrega de un empresario por lo más preciado para él: sus trabajadores; todo en Haceb estaba hecho en función de los trabajadores; personas que, por supuesto, respondían con el máximo compromiso y empeño, con denuedo, para sacar adelante las exigentes metas de producción, las comprometedoras cifras de ventas, los estándares de calidad y, por supuesto, los mejores resultados, para beneficio de todos los que hacíamos parte de esa organización: trabajadores, familias, proveedores, consumidores, gobierno local regional y nacional, comunidades circundantes y, claro, la familia accionista.

Algunos podrán decir que esos valores con los que don José María concebía las relaciones con sus colaboradores eran valores cristianos, bien pudiera afirmarse que sí, pero pensados desde una profunda convicción, la doctrina social de la iglesia.
En esa perspectiva la cabría todo lo que por el bienestar y la calidad de vida se hacía en la gerencia de Don Dario Valencia, fiel intérprete del querer de don José Maria y de la junta directiva.

Tres mil trabajadores fueron protagonistas de que todo allí era resultado de un compromiso genuino, al que, al final le sobran adjetivos, en tanto la realidad desbordaba de manera significativa cualquier concepto y definición política.

Hoy en el momento de su partida, pienso que empresarios de la estirpe de don José María, seguramente en este país ya no los hay; entregarse a los otros sin ningún reato no es exactamente una conducta muy común en estos tiempos aciagos con marcadas ausencias de propósitos inspiradores.

Por todo ello, no me queda más que afirmar que estoy convencido que don José María Acevedo es el último de los Mohicanos.

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