lunes, abril 21, 2025
InicioOpiniónColumnista Invitado(OPINIÓN) El desconocimiento del triunfo de Noboa no es por ideología: es...

(OPINIÓN) El desconocimiento del triunfo de Noboa no es por ideología: es por cocaína. Por: Carlos Alonso Lucio

Hay gestos que no se explican por lo que dicen sino por lo que ocultan. Que Gustavo Petro, Nicolás Maduro y Claudia Sheinbaum se nieguen a reconocer el triunfo limpio y contundente de Daniel Noboa en Ecuador no tiene qué ver con principios democráticos ni con afinidades ideológicas. Ese discurso es apenas una coartada. El motivo real es más profundo, más preocupante y más sucio: el narcotráfico ha penetrado la política regional al punto de condicionar incluso la política exterior.

Es cierto, hay que reconocer que lo ocurrido con la irrupción de la Fuerza Pública ecuatoriana en la sede diplomática mexicana fue una grave violación al derecho internacional, y debe ser condenada. El principio de inviolabilidad de las sedes diplomáticas es sagrado en el sistema internacional. Noboa cometió esa falta seria que no debe minimizarse.

Pero, aún reconociendo la gravedad de ese hecho, hay algo que no cuadra: ese episodio no justifica en absoluto el desconocimiento del triunfo de Noboa, que ganó con una diferencia superior al millón de votos, en una elección observada y validada por la comunidad internacional, incluyendo la OEA y la Unión Europea.

Petro lo descalifica, Sheinbaum no lo reconoce y Maduro lo ataca con una rabia que no disimula. La rabia del cínico. Cuando uno oye a Maduro hablando de fraude electoral en Ecuador no puede dejar de recordar el dicho tan colombiano de “un burro hablando de orejas”.

La pregunta, entonces, no es si fue legítima o no la elección de Noboa. La pregunta es: ¿por qué les incomoda tanto su elección?

La respuesta está en la cocaína.

Daniel Noboa ha hecho lo que pocos mandatarios en la región se atreven a hacer: enfrentar al crimen organizado sin rodeos, sin pactos y sin retórica vacía.

Declaró el conflicto armado interno contra los carteles, sacó al Ejército a las calles y a las cárceles, extraditó capos, limpió estructuras judiciales y rompió el silencio cómplice que durante años convirtió a Ecuador en una zona de paso privilegiada para el narcotráfico.

Aquí viene el punto crítico: el crimen organizado colombiano tiene hoy una presencia masiva, territorial y operativa en Ecuador. Las FARC, el Clan del Golfo y los tentáculos invisibles del Cartel de Sinaloa encontraron allí un refugio, una ruta y una plataforma. Tal como hemos venido repitiéndolo, todos esos grupos están aliados y protegidos por el régimen de Nicolás Maduro que ha hecho de Venezuela un santuario del crimen transnacional.

No es coincidencia que quienes no reconocen a Noboa sean los mismos que no reconocen el poder devastador del crimen en sus propios países.

En Colombia, Gustavo Petro se niega reconocer como enemigo al crimen organizado ¿Cómo habría de hacerlo si desde la campaña presidencial se fue corriendo a las cárceles para pedir su apoyo? Por el contrario, se sienta a negociar con él, lo ha disfrazado de actor político y lo ha convertido en interlocutor privilegiado. En México, el narcotráfico impone candidatos, silencia periodistas y controla territorios enteros. En Venezuela, Maduro ya no necesita fingir: su régimen es el cartel de carteles, es el crimen organizado empotrado en el poder de frente.

A ese sistema de poder, Noboa le resulta peligroso porque ha demostrado que sí se puede combatir al crimen organizado, que no todo está perdido, que la política democrática aún puede defender el Estado y no entregarlo. Eso es imperdonable para los cómplices, los beneficiarios y los intermediarios políticos del crimen organizado.

Por eso no lo reconocen. Porque ahora el narcotráfico también vota, ahora también tiene política exterior. Y también sabe quiénes son sus enemigos. Ahora, el crimen organizado es poder político en América Latina.

Es preciso recordar que el crimen no sólo persigue a quienes se le enfrentan, también los mata. Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara fueron asesinados por denunciar el pacto entre política y cocaína en Colombia. Fernando Villavicencio cayó por denunciar la penetración del narcotráfico en Ecuador. Hoy María Corina Machado es quien enfrenta al cartel político-militar-miliciano de Maduro, lo que la ha llevado a sufrir en carne propia la persecución más brutal.

No nos dejemos engañar: El crimen organizado ya no teme mostrarse como el poder político que realmente es.

ÚLTIMAS NOTICIAS