El buque transportador de automóviles más grande del mundo, con capacidad equivalente a 20 campos de fútbol repletos de vehículos, completó a finales del mes pasado su viaje inaugural con destino al puerto de Itajaí, en Brasil.
En este sentido diversas autoridades del sector automotor y sindicatos brasileños han expresado su preocupación ante el creciente ingreso de vehículos chinos, especialmente de la empresa BYD, el mayor fabricante mundial de automóviles eléctricos e híbridos enchufables.
Brasil se ha convertido en el principal destino de expansión internacional para BYD, que ha intensificado sus operaciones marítimas para enviar miles de vehículos al país sudamericano. En una investigación Reuters afirmó que esta última descarga representa el cuarto envío de buques de la compañía china a Brasil solo en lo que va del año, totalizando alrededor de 22.000 automóviles.
Se estima que las importaciones de vehículos fabricados en China aumentarán cerca de un 40 % este año, alcanzando los 200.000 autos, lo que equivaldría al 8 % de los registros totales de vehículos livianos en Brasil. Esta cifra ha generado inquietudes entre representantes de la industria automotriz local y dirigentes sindicales, quienes advierten que la masiva entrada de autos eléctricos a bajo costo podría perjudicar la producción nacional y comprometer el empleo en el sector.
Actualmente, las importaciones se benefician de aranceles reducidos. Sin embargo, gremios y sindicatos están presionando al gobierno brasileño para adelantar un año el incremento del arancel a los vehículos eléctricos importados, que pasaría del 10 % al 35 %.
Brasil representa una plaza atractiva por su tamaño es el sexto mercado automotor mundial por volumen y porque ha promovido políticas para fomentar la venta de autos eléctricos e híbridos. Sin embargo, mientras busca consolidarse en el país, la compañía enfrenta restricciones en otras regiones como en Europa y Estados Unidos.
En este contexto, el caso brasileño se ha convertido en un punto clave en la expansión global de la industria automotriz china, abriendo un debate sobre la necesidad de equilibrar el desarrollo tecnológico y comercial con la protección del empleo y la industria local.
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