Erick tocó tierra en el estado de Oaxaca, México, aún como un huracán de categoría 3, tras haber alcanzado previamente la categoría 4 con vientos sostenidos de hasta 230 kilómetros por hora. Su llegada generó preocupación entre las autoridades y la población por el alto potencial destructivo del fenómeno.
Pese a los temores iniciales, el huracán comenzó a degradarse rápidamente al entrar al continente. Sin embargo, las autoridades advirtieron sobre los riesgos persistentes, como lluvias intensas, inundaciones y deslizamientos de tierra en varias regiones del sur del país.
La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó el fallecimiento de un niño de dos años, quien fue arrastrado por una corriente provocada por las fuertes precipitaciones. “Hay un pequeñito que falleció, un menor de edad, porque atravesó una zona que tenía una corriente. Se está acompañando a la familia a través del gobierno de Guerrero. Por lo demás, no se reportan otras pérdidas humanas; son principalmente daños materiales”, declaró la mandataria antes de viajar a las zonas afectadas.
El Gobierno atribuyó la baja cifra de víctimas mortales a la eficacia del sistema de alertas tempranas. En solo 24 horas se habilitaron cientos de albergues y se desplegaron más de 30.000 efectivos de seguridad y rescate para asistir a la población.
La región donde Erick tocó tierra ha sido impactada en años anteriores por huracanes como John y Otis, que dejaron numerosas víctimas y considerables daños materiales. Las autoridades continúan en alerta ante posibles afectaciones adicionales en las próximas horas.
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