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sábado, mayo 11, 2024

Haití II

Por Juan Nicolás Gaviria

Como les comenté ayer a raíz del suceso en Haití, en el cual se vieron involucrados un grupo de militares colombianos retirados, les decía que ello supone un llamado de atención en cuanto a la situación y condiciones laborales, a las cuales pueden acceder nuestros militares retirados y por ende su reincorporación a la vida civil.

Advertía también, que me resultaba incomprensible como alguien que pasó buena parte de su vida expuesto a un sin fin de riesgos de muerte, quiera o decida seguir en un estilo de vida como ese. Explicaba entonces, que el Estado invierte en estos colombianos unos recursos importantes para su formación, sin embargo, no así para su retorno a la vida civil.

Les conté también, que trataría de acercarme al problema y tratar de entender de primera mano la situación. Así desde mi rol y capacidades, tratar de buscar una solución o a lo sumo tratar de mitigar en alguna medida la problemática.

Pues bien, en efecto el pasado lunes tuve una reunión con 4 hombres retirados de la fuerza pública; dos del Ejército Nacional con grado de coronel y dos de la Policía Nacional, uno con grado de coronel y otro con grado de comisario.

En efecto y desde su óptica, el suceso de Haití expone una realidad a la cual los colombianos hemos sido ajenos, una situación que nos habla de ingratitud, desinterés y falta de oportunidades. Me exponían las dificultades que afrontan cada día como civiles para poder acceder a oportunidades laborales.

En el transcurso de sus intervenciones, no dejaba de pensar en lo similar que resultaba su situación de búsqueda de empleo, a la situación de los expresidiarios, parece que tuvieran un “INRI” en su frente, el cual no les permite acceder a otros espacios laborales diferentes a los de seguridad.

Me contaban también, como esto supone una dinámica poco virtuosa para sus familias y especialmente sus hijos, quienes se ven en situaciones complejas de acceso a programas educativos y por ende a oportunidades laborales de calidad.

En el transcurso de la reunión surgieron muchas inquietudes y por supuesto historias de sus días de servicios, que me dejaron claro algo que ya creía entender. Estos hombres y mujeres, como lo expliqué en mi columna anterior, son mucho más que individuos capaces de accionar un arma; estamos hablando de personas con unas competencias bastante especiales, competencias que el mercado laboral y la industria están dejando de aprovechar.

Estamos hablando de competencias como, pensamiento autónomo y critico, ética, comunicación respetuosa y efectiva, respeto por el otro, negociación de conflictos, solidaridad, tolerancia, lealtad, análisis estratégico, responsabilidad, adaptación al cambio, gestión de las emociones, compromiso social, entre muchas otras.

En conclusión y reiterando, no son solo hombres y mujeres con conocimientos en armas y seguridad, son un crisol de virtudes y competencia que harían de ellos, empleados capaces y líderes maravillosos.

Es por lo anterior que tomamos la siguiente decisión como resumen de la reunión. A partir de un análisis de la base de datos de los hombres y mujeres retirados de la fuerza, buscaremos de la mano de expertos en el área construir un mapa de competencias, el cual se pueda avaluar a los ojos de las necesidades empresariales.

Ese mapa la llevaremos a los empresarios locales y ellos a partir de su bolsa de oferta laboral podrán identificar, a partir de competencias, quien pueda acompañar los procesos y áreas que estén buscando solventar.

Esto tomará tiempo, pero estoy seguro de que cuando los problemas se abordan de formas alternativas, se logra en alguna medida solucionarlos. Espero entonces que este sea uno de esos casos.

Más adelante les contaré como avanza el proyecto, por ahora el balón lo tienen ellos. Ya veremos como termina el partido.

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