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viernes, abril 26, 2024
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(ESPECIAL) Desmitificando al Ché: Un aristócrata en decadencia

Por: Carlos Echavarría

Ernesto Guevara de la Serna junto con Fidel Castro, son las dos imágenes más reconocidas de un revolucionario en américa latina desde hace más de 70 años y hoy, a 52 años de la muerte del Ché, su cara aparece en avisos, camisas, banderas, manifestaciones y en todo evento en “favor de los oprimidos” del continente, incluso, en la sede principal de la Universidad Nacional de Colombia, la plaza mayor está nombrada en su honor.

No se puede ocultar que un joven revolucionario, apuesto, decidido, abanderado de la lucha en contra de la tiranía y sumando a su muerte joven y de manera trágica, es un polo de atracción para las personas que en algún momento de sus vidas, sienten simpatía por éste tipo de causas, principalmente en su juventud y por otro lado, el sistema de propaganda del comunismo utilizó esa imagen para atraer a las nuevas generaciones a unirse a su causa.

En las próximas semanas, se presentará como especial dominical, una serie de capítulos sobre eventos en la vida de Ernesto Guevara de la Serna, basado en dos biografías magistrales. Una de ellas escritas por un Abogado e Historiador Argentino, Nicolás Márquez, “La Máquina de Matar” y la otra escrita por el Historiador Español, Fernando Díaz Villanueva, “Vida y Mentira de Ernesto Che Guevara”

UN ARISTÓCRATA DE CASTA

Ernesto Guevara de la Serna, fue uno de los pocos latinoamericanos que entre sus antepasados contó con dos virreyes españoles, uno perteneciente al virreinato de Nueva España, hoy México y otro perteneciente al virreinato del Perú.

Durante la dictadura de Juan Manuel de Rosas en la Argentina, En 1848, los Guevara fueron condenados al exilio y se mudaron a Sacramento en donde conocieron a la familia Castro Figueroa, descendientes del virrey de la Nueva España. Uno de los hermanos Guevara, se casó con una muchacha Castro y de esa unión nace Roberto Guevara Castro, el abuelo del Ché.

Roberto creció con un gran sentimiento antiamericano, debido a que un tío coronel perteneciente a la familia Castro, fue degollado durante la guerra en la cual los Estados Unidos se quedó con más de un tercio del territorio mexicano y las familias más pudientes de Latinoamérica y de España, que tenían grandes inversiones en ésta zona rica en oro, lo perdieron todo al caer México.

Durante su estancia en Sacramento, se conocieron con otra familia prominente también exiliada, los Lynch, con quienes establecieron grandes relaciones tanto de amistad como comerciales. Luego de la caída del dictador Rosas en la Argentina, los Guevara retornan al país en 1852, y se asentaron en la provincia de Mendoza y los Lynch se asentaron en Buenos Aires. A pesar de los mil kilómetros que separan las ciudades, la amistad continuó y fue así como dos hermanos Guevara Castro, se casaron con dos hermanas Lynch y producto del matrimonio entre Roberto Guevara Castro y Ana Lynch y nace Ernesto Guevara Lynch, padre del Ché.

Pero la aristocracia del Ché no era solo del lado del padre; su madre, Celia de la Serna y Llosa, era descendiente del general José de la Serna e Hinojosa, el último virrey del Perú y padre Juan Martín de la Serna, abuelo materno del Ché, quien fue diputado provincial y nacional de la provincia de Buenos Aires. Lo que hacía que la señora Celia, fuera un miembro muy distinguido de la alta sociedad bonaerense.

Los padres de Celia murieron cuando ella era muy joven en 1918, heredando una gran fortuna, que dedicó en un principio a fundaciones filantrópicas. Celia, fervorosa creyente católica, consideró varias veces en convertirse en monja, pero esa idea solo duró hasta que conoció a Ernesto Guevara Lynch.

Esos eran los padres de Ernesto Guevara de la Serna, unos aristócratas que nunca conocieron la pobreza, no sabían que eran las necesidades, vivieron en la opulencia total y el destino los unió y cambió sus vidas para siempre.

UN ESCÁNDALO DE PADRE Y SEÑOR MÍO

En 1927, queda embaraza Celia sin haber pasado por el altar, lo que sería un gran escándalo para la época, por tal razón, apresuran un matrimonio que se realizó el 20 de diciembre de ese año cuando Celia tenía ya tres meses de embarazo. Aun así, muchos de los amigos de la pareja, incluidos sacerdotes y religiosos que recibían donaciones de Celia de la Serna, los consideraron como parías por tener relaciones sexuales antes del matrimonio, lo que creó en Celia un odio visceral en contra de la iglesia católica, que le transmitió a todos sus hijos.

Con el dinero de la madre, el padre del Ché compra un terreno en Misiones, en donde se fue a vivir la joven pareja para alejarse del ambiente tóxico de Buenos Aires. Poco antes del nacimiento del bebé, viajan a la ciudad de Rosario para que los atienda un médico primo de Ernesto. Todo estaba previamente conversado para que se alterara la fecha de nacimiento y quedara como un bebé prematuro, pero dentro del matrimonio. Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de mayo de 1928, pero le pusieron fecha de nacimiento, 14 de junio de 1928, por lo tanto, sería un hijo “sietemesino”  

Poco antes de que Ernestico cumpliera dos años, en el mes de mayo de 1930, la familia estaba en Buenos Aires. Celia solía llevar al niño al Club Náutico en donde practicaba nado de fuste en las aguas del río de la Plata. Un día su padre lo encontró tiritando de frío, casi de color azul, con el vestido de baño puesto, completamente empapado y es muy probable que en ese tiempo haya adquirido su mal más significativo, un asma severo que lo acompañaría el resto de su vida y el sentimiento de culpa de la madre, hizo que lo sobreprotegiera obsesivamente; en cambio su padre, creía que con pruebas locas que se basaban en la voluntad, la enfermedad desaparecería.

Una de las pruebas aquellas era la de tomar el sol en pleno invierno solo con un pañal; otra era sumergirlo en una piscina helada hasta que el niño se daba por vencido. Incluso lo hacía pasar por pequeños riachuelos en pleno invierno. Mucho cuento que el niño no pereció en medio de esa locura y creó en Ernestico una voluntad que podía superar cualquier obstáculo o prueba por dura que fuera. También creó en él otra aberración, al baño y al aseo.

GUERRA SIN CUARTEL

La familia Guevara de La Serna, era bastante educada, su madre se encargaba de que aprendieran el idioma “de la aristocracia” el francés, pero su padre era de comportamiento pusilánime pero violento, lo que llevó a toda su prole a actuar de la misma manera. Ante el más mínimo problema, la solución era la violencia desmedida e irresponsable. Ernestico al ser el mayor de los hermanos, tenía un poco más de poder físico al comienzo, pero sus hermanos, sabían que si mantenía una jarra de agua helada, cuando se ponía violento Ernestico, se la tiraban encima para provocarle espasmos respiratorios por su asma.

Otro desprecio a la seguridad, eran las pruebas absurdas en las cuales se retaban y constantemente ponían en riesgo sus vidas. Cuenta uno de los primos, Fernando Guevara Lynch, que un día Ernestico puso una cuerda a 10 metros de altura entre los techos de dos casas para tentarlos a pasar por ella. El Ché cruzó dos veces para mostrarles que no le tenía miedo a la muerte.

El amor por las armas se lo infundió su padre, cuando a los cinco años de edad le regala un revolver para enseñarle a cazar, convirtiéndolo en su juguete favorito.

A parte de sus hermanos y primos, la infancia de Guevara de la Serna fue solitaria, ni los maestros, ni los compañeros del colegio, ni los pocos vecinos le bridaban simpatía; ya que lo consideraban un niño rebelde, temerario, díscolo, irrespetuoso y terco.

FAMILIA SIN REGLAS

Una anécdota que cuentan los primos del Ché en la ciudad de Córdova, es que la casa de los Guevara de la Serna, se caracterizó por el caos, el desorden y la suciedad.

Debido a la gran recesión de los años 30, la familia perdió sus propiedades y gran parte de sus ahorros, pero los padres de Ernestico, no dejaban de acudir a las reuniones sociales y a las grandes fiestas de la clase alta, lo que hacía que la familia viviera en arriendo y no interesaba el cuidado de las propiedades ajenas, a lo que se sumó que Ernesto Guevara Lynch era un muy mal negociante y además sumamente irresponsable.

La casa en que vivían se caía a pedazos y ni los padres ni los niños hacían nada por la limpieza y su cuidado. Una tía afirmó que el grado de desaseo era tal, que cuando los perros orinaban en el tercer piso, el orín pasaba en medio de la madera y llegaba hasta la primera planta.

También se vivía en anarquía, donde cada quien hacia lo que deseaba, es por ello, que no había siquiera horarios para las comidas. Cada quien cuando sentía hambre buscaba algo y se lo llevaba a su habitación, así que los primos cada vez que veían una situación de caos, suciedad o anarquía simplemente decían “Es digno de los Guevara”

INFANCIA SIN AUTORIDAD Y SIN ESTABILIDAD

La autoridad de Ernesto Guevara Lynch no existía en la casa, además de ser un mujeriego empedernido, tenía ínfulas de noble, lo que lo llevaba a despilfarrar cualquier cantidad de dinero que pudiera conseguir. Las riendas de la casa estaban a cargo de doña Celia, quien, a pesar de su talante fuerte, dominante y grosero, nunca puso límites a Ernestico.

No existió en la familia una relación vertical de autoridad de padres hacia los hijos, los niños veían a su padre como a un igual y éste los trataba de la misma manera, es por ello, que nunca tuvieron a una figura paterna a quien admirar y mucho menos a una a la cual respetar.

Debido a los problemas económicos, la familia Guevara de la Serna, no tuvo un hogar estable. Se mudaban frecuentemente bien sea dentro de la misma ciudad o radicándose en otra provincia. Cuando el arrendador pedía que les devolviera el inmueble por falta de pago, ellos salían en la búsqueda de un nuevo sitio, del cual también serían desalojados a futuro por la misma razón. Eso llevó al Ché a tener una vida de trotamundo, pasando de un lugar a otro, de una ciudad a otra y en su vida adulta paseando por todo el continente. En uno de sus diarios, el Ché, escribió, “yo mismo no sé dónde dejaré mis huesos”

UN RESENTIDO SOCIAL

Ser miembro de una aristocracia venida a menos, en donde el rol es ser el pariente pobre rodeado de sus familiares ricos, creo en Ernesto Guevara de Serna, un rencor hacia las clases más pudientes que se reflejó en su vida adulta.

Además, creó un odio hacia los Estados Unidos por considerarlo responsable del saqueo de las tierras de sus ancestros en la guerra con México y después por quitarles sus propiedades por el Crash del 29. Llegó a los extremos de discutir con las personas que le ofrecían una Coca Cola y cuando le hablaban de un norteamericano respondía con desprecio, “prefiero ser un indio analfabeto a un millonario norteamericano”

Celia les inculcó a todos los hijos, una animadversión a los temas religiosos, incluso toda la familia Guevara de la Serna eran ateos a los cuatro vientos; cada vez que proponían jugar al futbol o al rugby, decían los niños Guevara, “equipos católicos contra equipos ateos”.

A pesar de esa envidia y odio en su interior, Ernesto Guevara de la Serna no era un militante de izquierdas en una época en donde todo su mundo giraba bajo esa tendencia ideológica. Una anécdota muestra que su carácter era simplemente de querer crear controversia y llevarle la contraria a todos. Un hermano del Ernesto Guevara Lynch fue corresponsal en la guerra civil española, ferviente partidario socialista, llegó a ocupar el cargo de presidente del partido comunista argentino; les enviaba de primera mano, los reportes de la guerra desde su visión, pero cuando los padres de Ernesto declararon su apoyo a los republicanos, afines al imaginario socialista, Ernestico los contradecía diciendo que él apoyaba complementa a las tropas del general Franco, un nacionalista monarcal.

En su adolescencia y temprana vida adulta, para el Ché, no había mujer que no le sirviera para complacer sus deseos sexuales y es por ello que sus primos decían que no había mucama de la familia que no pasara por la alcoba de Ernesto. Incluso hubo una mujer de más de 70 años que le hizo el favor y al responderle a sus primos les dijo “¿y si no quién me va a lavar la ropa?”

Joven y rebelde que sabía las artes de la quiromancia, fue bien recibido por las mujeres, aunque su única novia de la época fue María del Carmen Chichina Ferreyra, perteneciente a una familia rica de Alta Gracia, pero nunca se sentía cómodo con personas de clase social superior a la de él; su tranquilidad estaba en donde se sentía superior y es allí que prefería estar rodeado de mucamas y tenderos.

EL CHANCHO GUEVARA

Su niñez y adolescencia siempre estuvo rodeado de familiares ricos, clubes y fiestas, en las cuales no podía sobresalir como un príncipe, así que adoptó otra posición contraria, se desapego manifiesto a la higiene personal.

Comenzaron sus primos a llamarlo, el chancho, y éste se ufanaba de esto. Cuando salía con sus amigos usaba “la camisa semanal” que nunca se cambiaba y él mismo decía que la lavaba una vez a la semana.

Se sentía orgulloso de no bañarse y les decía a sus compañeros, “esa camiseta con la que juego rugby, no la lavo hace 25 semanas”. En uno de sus viajes por Guatemala apostó a sus amigos que sus calzoncillos se paraban solos, ya que eran los únicos que tenía y que hace dos meses no los lavaba, en medio de las carcajadas ganó la apuesta.

El colmo de su desprecio a la higiene personal lo obtuvo en la Piscina de Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, cuando un peruano buscaba batir el record mundial de permanencia en una piscina, el cual logró con 26 días sin salirse de la misma; con el paso de los días el color del agua cambió de azul a verde, debido a que el personaje tenía que hacer todas sus necesidades dentro de la pileta. El olor era insoportable, los excrementos flotaban por doquier y Ernesto Guevara de la Serna apostó con sus amigos a que él podía nadar en esa piscina y acompañar al peruano. Se quedó dos horas con él.

Por un corto período de tiempo escribió artículos para una revista deportiva, al ser un amante del rugby, hacia el recuento de los partidos acontecidos en la gran Buenos Aires, en donde no firmaba como Ernesto Guevara de la Serna, sus artículos los publicó bajo el seudónimo de “Chang-Chong”

UN PROFETA DE SU DESTINO

Una infancia con problemas respiratorios severos, un desprecio por la vida, llevó a Guevara a sentirse cómodo con la muerte, incluso, hasta la deseaba. En un extraño poema que escribió a los 19 años decía “Morir, sí, pero acribillado por las balas, destruido por las bayonetas, si no, no… un recuerdo más perdurable que mi nombre es luchar, morir luchando” Su preocupación era morir de manera natural, que no tuviera nada de memorable y para él su éxtasis sería morir en medio de un campo de batalla. 20 años después de aquel poema, así moriría en las selvas bolivianas.    

Su primer gran aventura, fue la de atravesar toda la argentina en motocicleta, lo interesante de ese recorrido fue el diario de viaje que escribió, en el cual hizo una auto confesión, “ha madurado en mí algo que hace tiempo crecía del bullicio ciudadano: el odio a la civilización”

En ese mismo viaje vuelve a mencionar el tema da la muerte, esto ocurre por un trágico evento cuando se varó su motocicleta y comienza a caminar. En el trayecto se detiene un conductor en una Harley Davidson y ofrece su ayuda, Ernesto la rechaza y motociclista sigue su rumbo; luego se entera que ese motociclista se cayó en una curva y murió en el acto, a lo que el Ché escribió “El saber que un hombre va buscando el peligro, sin tener siquiera ese vago aspecto heroico que entraña la hazaña pública, y a la vuelta de una curva muere sin testigos, hace parecer a este aventurero desconocido como provisto de un vago fervor suicida”

El temor de Guevara era morir sin testigos, sin causar revuelo, al menos en eso tuvo éxito.

El próximo domingo se continuará con el capítulo 2 del libro basado en los libros de Nicolás Márquez y Fernando Díaz Villanueva. 

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