La Novena de Aguinaldos, una de las tradiciones más representativas de la Navidad en Colombia, inicia el 16 de diciembre y se extiende hasta el 24 de diciembre. Esta costumbre religiosa, que reúne a familias, amigos y vecinos durante nueve días, va mucho más allá de la lectura de oraciones: está rodeada de rituales, música, gastronomía y actividades que fortalecen el espíritu navideño y la unión comunitaria.
El corazón de la Novena es la lectura de las oraciones tradicionales, escritas en el siglo XVIII por el sacerdote Fray Fernando de Jesús Larrea. Cada noche incluye rezos como la Oración para todos los días, reflexiones diarias o consideraciones, y las invocaciones a la Virgen María y San José, culminando con el canto festivo de «Los Gozos», donde se pide la llegada del Niño Jesús.
El pesebre, otro símbolo fundamental, se convierte en el punto de encuentro de las familias. Este montaje, que recrea el nacimiento de Jesús, es decorado con figuras de María, José, pastores y animales, mientras que el Niño Jesús se coloca el 24 de diciembre, como acto final de la Novena.
La música tradicional ocupa un lugar especial en las noches de la Novena. Los villancicos como «Tutaina», «Campana sobre campana» y «El Burrito Sabanero» son interpretados por familias y grupos comunitarios, quienes acompañan sus voces con instrumentos como panderetas, maracas y guitarras. Este momento festivo no solo anima la reunión, sino que refuerza el sentido de alegría y celebración que caracteriza esta época.
La Novena también es una excusa para disfrutar de los sabores tradicionales navideños. Platos como los buñuelos y la natilla son los protagonistas, acompañados de empanadas, hojuelas y bebidas como el chocolate caliente y la aguapanela con queso. Estas delicias no solo deleitan a los asistentes, sino que también representan un acto de generosidad y hospitalidad en cada hogar.
La noche del 24 de diciembre, la Novena culmina con la colocación del Niño Jesús en el pesebre, un acto simbólico que representa el nacimiento de la esperanza y la salvación. Las familias realizan una oración final, agradecen las bendiciones recibidas y comparten una cena especial. En muchos hogares, el Niño Dios es el encargado de “entregar” los regalos a los niños, cerrando así esta tradición con alegría y gratitud.