Desde San Petersburgo, la expresidenta de Brasil y actual directora del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), Dilma Rousseff, anunció la entrada de Colombia como nuevo miembro prestario de esta entidad financiera multilateral, impulsada por el bloque BRICS, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
El anuncio se hizo público durante una rueda de prensa junto al presidente ruso, Vladimir Putin, en el marco del Foro Económico Internacional.
La confirmación se dio luego de que el presidente Gustavo Petro hiciera formalmente la solicitud durante su visita a Shanghái en mayo, a través de una carta entregada directamente a Rousseff y firmada por el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla.
La canciller Laura Sarabia se refirió a la adhesión como una ampliación de las alternativas internacionales del país y destacó que Colombia se incorpora oficialmente al banco tras la gestión realizada por el jefe de Estado.
El ingreso al NDB permitirá a Colombia acceder a líneas de crédito ofrecidas por esa entidad para financiar proyectos de desarrollo, particularmente en sectores como infraestructura, energía y salud.
Según información oficial, el país suscribirá un total de 5.125 acciones del capital autorizado del banco. De esas, 4.100 serán acciones exigibles, es decir, compromisos de pago ante un eventual llamado del banco, y 1.025 serán acciones pagadas, correspondientes a recursos que deben ser desembolsados en efectivo.
En términos monetarios, el capital suscrito por Colombia asciende a USD 512,5 millones, lo que equivale a cerca de 2,1 billones de pesos. De esa cifra, USD 410 millones (1,7 billones de pesos) corresponden a capital exigible y USD 102,5 millones (aproximadamente 429 mil millones de pesos) al capital que será pagado directamente.
Con esta decisión, el Gobierno busca fortalecer la estrategia de diversificación de fuentes de financiación, explorando alternativas diferentes a las tradicionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. El NDB ha sido promovido como una plataforma de cooperación financiera entre países emergentes, cuyo enfoque está centrado en apoyar proyectos estratégicos para el desarrollo sostenible y la transformación económica.
En el contexto internacional, el NDB ha ganado visibilidad por el respaldo de administraciones que mantienen posiciones divergentes frente a Washington, especialmente las de China y Rusia. En ese escenario, la entrada de Colombia a esta institución coincide con un momento de redefinición de varios alineamientos globales y podría incidir en los equilibrios diplomáticos que tradicionalmente han marcado la relación bilateral con Estados Unidos.
