Por Carlos Echavarría
Ante la creación de los “campos de reeducación” alrededor de las plantas textiles en la zona algodonera de Xinjiang, las entidades internacionales pusieron la lupa en búsqueda de evidencia en donde se demuestre que el gobierno comunista de Beijing, está aplicando nuevamente la movilización masiva de sus ciudadanos para efectuar trabajos forzados con el fin máximo de hacerlo “todo por el bienestar de la sociedad”
Adrian Zenz, miembro senior de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo, con sede en Washington, responsable de dar a conocer los documentos donde demuestran el verdadero fin de los campos, dijo al respecto: “Desde mi punto de vista, hay implicaciones a una escala verdaderamente histórica”; la razón es que se han movilizado hacia esos lugares cerca de dos millones de personas en un periodo solo de cuatro años. También declaró: “Por primeva vez, no solo tenemos evidencia de trabajos forzosos de los uigures en la manufactura, en la confección de prendas de vestir, sino que también en la recolección de algodón, y creo que eso lo cambia todo”
Zenz hace un duro pronunciamiento sobre la ética y la moral de ese tipo de actividades argumentando: “Cualquiera que se preocupe por la ética de las fuentes de abastecimiento tiene que mirar a Xinjiang, que genera el 85% del algodón de China y el 20% del algodón del mundo, para decir: ya no podemos hacer esto”
Dentro de los documentos presentados por Zens, se demostró como las prefecturas de Aksu y Hotan, enviaron la solicitud de trabajadores por “transferencia laboral” para recolectar algodón a la organización paramilitar china, el Cuerpo de Construcción y Producción de Xinjiang.
Dentro del requerimiento se pedía que la recolección de trabajadores, fueran preferiblemente para que las personas “desistan de las actividades religiosas ilegales”, lo que es una clara alusión a la minoría étnica de los Uigures y otros grupos religiosos musulmanes.
Cada fábrica textil en Xinjiang, hace la solitud de trabajadores en donde firma un contrato de intención, en donde la granja de algodón es la responsable por el salario, el alojamiento y la manutención; lo cual sirve para presentar a esos trabajadores como personas que salen de la extrema pobreza y así en los indicadores del país se muestra como es el “gran avance social” que tiene bajo el mando del Partido Comunista.
Pero es claro que las personas no son voluntarias y que los aldeanos no están dispuestos a trabajar en la agricultura, por eso el control militar dentro de los campos de reeducación.
En la tercera parte de éste especial se hará alusión de una familia que vivió la experiencia dentro del “campo de reeducación”.