La reciente sentencia de la Corte Constitucional que desmanteló las barreras legales para la comercialización de licores en Colombia ya tiene su primer gran efecto en el mercado: el aguardiente producido por la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA) comenzó a distribuirse oficialmente en el Tolima, una región donde por años imperó el monopolio de marcas locales y continúa en expansión
La decisión judicial, bajo la Sentencia C‑032 de 2025, declaró inexequibles los primeros dos incisos del artículo 28 de la Ley 1816 de 2016. Esa normativa otorgaba a los departamentos la potestad de restringir el ingreso de bebidas destiladas producidas en otras regiones del país, con el argumento de proteger sus rentas. Sin embargo, el alto tribunal consideró que estas limitaciones vulneraban principios como la libre competencia y la libertad de elección del consumidor.
Con este panorama legal, la FLA fue una de las primeras en anunciar su expansión. El aguardiente antioqueño, en sus presentaciones tradicional y sin azúcar, ya está disponible en puntos de venta de Ibagué, con proyecciones logísticas para llegar a municipios como Espinal, Melgar, Honda, Líbano y Mariquita. También se distribuirán otros productos de su portafolio como Ron Medellín y la bebida hidratante HidraTAO.
“Estamos muy complacidos de llegar al Tolima, tierra musical y festiva, con nuestros productos de 105 años de tradición”, declaró Esteban Ramos, gerente de la FLA, destacando que el objetivo de la compañía es llevar sus licores emblemáticos a todo el país en igualdad de condiciones.
El fallo de la Corte marca un antes y un después en la industria licorera nacional. Por décadas, cada departamento operó como un mercado cerrado, con su propia marca de aguardiente y restricciones para la entrada de destilados externos. Esta situación no solo limitaba la competencia, sino que empobrecía la oferta para los consumidores.
El ingreso de nuevas marcas a regiones tradicionalmente dominadas por licoreras locales abre también un debate cultural. En lugares donde el aguardiente está asociado a festividades patronales o costumbres tradicionales, la llegada de nuevas referencias puede ser vista con recelo, pero también representa una oportunidad para diversificar la experiencia del consumo y dinamizar sectores como el turismo y la gastronomía regional.
La competencia está abierta, y serán los consumidores quienes decidan cuáles productos ganan su preferencia. El mercado colombiano de licores inicia una etapa inédita, donde la calidad y la tradición se pondrán a prueba en cada rincón del país.