De tarde en tarde, sale algún genio a recomendar que se supriman los subsidios que implican una parte de las pensiones e incluso, invitan a disponer de los fondos que garantizan su sostenibilidad, conforme con el artículo primero del Acto Legislativo No 1/2005, que adicionó el artículo 48 de la Constitución.
Por un lado, tienen problemas de olvido o ignorancia y por otro, son medio tontos; así tengan pomposos títulos académicos. Veamos:
Las pensiones no son una dádiva. Quien accede a ellas, es porque ha cotizado por años y años, para un fondo que no paga rendimiento alguno. Es un reconocimiento a un esfuerzo patrimonial incluso, que puede recibirse al tiempo que los salarios, así muchos funcionarios incluidos jueces no lo admitan, apegándose a una norma” colada” de antiguos regímenes.
Y cuando se da este subsidio, en mi opinión el más justo del universo que Colombia tiene consagrado, quien lo recibe ha llegado a la tercera edad y de conformidad con el artículo 46 de la CP, lo que hace el Estado es proteger a ese ciudadano, conforme con el mandato citado; pero además, luego de haber producido de manera generosa para toda la sociedad, en las mejores épocas de su vida laboral.
Ahora, supongamos que los genios aquellos, tienen éxito en sus apocalípticas visiones y logran suprimir y repartir lo que es ajeno.
¿Quién velará por millones de afectados que saldrán damnificados? O ¿Cómo se atenderán las demandas de quienes alegarán que se vulneraron sus derechos adquiridos, a la luz del artículo 1 del acto legislativo 1/ 2005?
Pero, supongo que tampoco han pensado en la cantidad de personas que reciben ayuda de los pensionados o se benefician con los servicios que ellos pagan. Existen municipios, alejados del bullicio, por cierto, que viven felices con esta clientela.
Vuelve a mi mente, la sabiduría popular de nuestros mayores: ¡Cojan juicio! Y como algunos se están preguntando: ¿si quién escribe es pensionado?, le informo: Sí señor, lo soy.
