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domingo, junio 16, 2024
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    (OPINIÓN) Drama de las bicicletas. Por: Diego Arango O

    Nada más peligroso en Bogotá que las bicicletas en las vías. Si bien es cierto que este medio de movilidad es muy conveniente y practico, la anarquía de los ciclistas está llegando a un límite preocupante.

    Desde inicios del presente siglo el exalcalde Enrique Peñalosa, con buen sentido cívico, estimuló el transporte ciclístico, promoviendo su uso no solo con criterio deportivo y recreativo, sino como medio de transporte alternativo, que además de ser efectivo es conveniente para el estado físico de las personas ya que es uno de los ejercicios aeróbicos de gran beneficio para el cuerpo.

    Al inicio en ese primer gobierno de Peñalosa se construyeron las primeras ciclorutas, se puso como norma transitar por ellas, no se permitía el acceso a vías de alto tráfico, se instauró el uso del casco obligatorio y las luces traseras y otros asuntos de disciplina y seguridad, pero con el tiempo estas medidas se fueron quedando atrás, falto más regulación, control y obligación a los usuarios ciclísticos.

    Las administraciones posteriores mantuvieron el apoyo a ese programa y desarrollaron más ciclorutas, pero a medida que fue pasando el tiempo surgieron más y más bicicletas en la ciudad, muchas personas encontraron solución práctica a su transporte y cada día algo tan útil como la bicicleta, se fue tornando incómodo a la ciudadanía, a la circulación vehicular y peatonal, pues los usuarios se fueron relajando y cada vez invadían más los andenes y vías principales. Sin embargo, dejaron a un lado los cascos, no se preocuparon por colocar luces traseras, muchos de los ciclistas prefieren ir por las calles y avenidas teniendo al lado las ciclovías, algunos llevando personas mayores o niños, aun perros y equipajes, los rapitenderos y domiciliarios, muchos de ellos no respetan semáforos, metiéndose en contravía, otros atropellando peatones, sin seguros ni responsabilidad civil.

    A más de lo anterior, la delincuencia también ha tomado la bicicleta como medio de escape a sus fechorías, en fin, algo tan positivo se ha convertido en peligroso. De manera que es hora que el Distrito le ponga atención a este fenómeno creciente, para que entre a regular el transporte ciclístico, primero que todo bajo las cinco normas básicas internacionales del correcto uso de la bicicleta: 1. Llevar iluminación adecuada; 2. No escuchar música ni usar celular; 3. Utilizar el casco adecuado; 4. Señalizar sus movimientos; y 5. Ceder el paso. Además de éstas, no soltar las manos de manubrio, circular a velocidad moderada, no invadir vías ni contravía, no hacer piruetas, etc.

    También se deben matricular, exigir un seguro de responsabilidad civil y accidentes, revisión del estado de la bicicleta, que lleven luces y exigir el uso del casco adecuado, además no permitir el tránsito por vías de alto tráfico que a su lado tengan ciclo ruta, pues estos ciclistas deben ser multados y si son reincidentes el decomiso de la bicicleta.

    Bogotá cuenta con casi dos millones de bicicletas y más de un millón de personas se movilizan diariamente, quienes no pagan impuestos, mientras los carros y motos pagan rodamiento y los contribuyentes aportan por valorización para la construcción de las ciclorutas. Adicional a lo anterior, recientemente se puso el alquiler de bicicletas públicas con un gran éxito y servicio.

    Finalmente, la movilización en bicicleta es conveniente, más no en la manera como se está haciendo, que más allá de la utilidad se está convirtiendo en un verdadero drama para la ciudad.

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