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martes, mayo 21, 2024
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    (OPINIÓN) ¿Una reportera podría ser presidente de Colombia?. Por: Miguel Jaramillo Luján

    La prensa y la política tienen un matrimonio indisoluble en la historia de la humanidad y más en Colombia, donde los medios de comunicación han sido motor y génesis de poder. Aquí muchos con estirpe de dueños o de reporteros han transitado de las cámaras, los portales o los micrófonos a los más importantes cargos públicos.  

    Desde Marco Fidel Suárez, Rafael Uribe Uribe pasando por Álvaro Gómez Hurtado, Luis Carlos Galán o Andrés Pastrana, Colombia ha tenido en el ejercicio del periodismo, la cuna de muchos de los dirigentes que luego han ocupado grandes cargos a nivel nacional, sin que sea un obstáculo pasar de la tribuna mediática al ejercicio de la función pública.

    A partir de las revelaciones de la periodista María Jimena Dussán validadas por la ex alcaldesa Claudia López (ay las mujeres como se apoyan entre sí) sobre el potencial interés de la directora de la revista Semana Vicky Dávila de aspirar a la Presidencia de Colombia, ha surgido un debate sobre la pertinencia o no de que periodistas en ejercicio hagan precampaña para un cargo público, en detrimento de esa profesión, la credibilidad de los medios y la ética del ejercicio mismo de esta que si es la profesión más antigua de la humanidad por encima de las meretrices (¿O habrán surgido a la par?)

    Mientras recordamos que el actual alcalde de Bogotá Carlos Fernando Galán fuera hace unos años periodista de El Tiempo, casa editorial propiedad del ex presidente Juan Manuel Santos; hay que señalar que los medios de comunicación son tribuna de visibilidad pública, donde diversos géneros informativos, de opinión o interpretación de la realidad; brindan un escenario de vigencia a quienes quieren aspirar a un cargo público por elección o designación.

    Sin embargo, es válida la pregunta: ¿Hasta qué punto conviene que una persona que tiene la intención de aspirar a un cargo de elección popular permanezca tarapetado bajo la credibilidad de un medio de comunicación antes de aspirar? 

    Es claro que el periodismo tiene como misión esencial: mediar en defensa de la ciudadanía y también es un imperativo que los líderes políticos con aspiraciones en el corto o mediano plazo, no deberían tener roles como directores o editores de una sala de redacción e incluso dejar sus columnas de opinión con una antelación prudente para evitar enlodar la independencia y el rigor que debería caracterizar la misión de un periodismo que debe tomar partido, pero por los ciudadanos.

    Tampoco se puede desconocer que todos los medios de comunicación son propiedades de personas y familias poderosas del país que son dueños de muchas empresas en diversos sectores de la economía, propietarios de muchos medios de producción y emplean estos canales al servicio de sus intereses y objetivos. Pasa en Colombia y pasa en todo el planeta que la independencia de los medios nunca será una realidad al 100% por ser parte de estos andamiajes. 

    No existe periodismo sostenible sin orientación: todo periodismo es político, incluso el deportivo o el de entretenimiento. Es más, me pregunto si existe la objetividad, tan solo podría abonarse a ese ser humano que practica la reportería, algo de esfuerzo para ser equilibrado, pero hasta ahí.  Por eso, confío más en los medios de comunicación que tienen una postura ideológica definida y no en aquellos que fungen de ser tibios, porque ninguna tibieza es posible cuando se trabaja en una empresa informativa que tiene unos propietarios. ¡A otro perro con ese hueso!

    No debe extrañarnos que una periodista de formación como Vicky Dávila, forjada muy lejos de los apellidos del poder y más desde la sangre de reportera, oficio que le ha servido para escalar hasta el cargo, la credibilidad y la notoriedad actual, pudiera estar considerando como ciudadana colombiana, aspirar a la Presidencia de la República. Ojalá que se tome el tiempo para prepararse bien no solo como aspirante sino para gobernar con habilidad técnica, con un buen equipo y que oportunamente deje la tribuna del periodismo, pues sería prolongar una triple herida: hacia su reputación profesional, hacia la credibilidad del medio de comunicación y hacia la propia aspiración política.

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