Atrás quedarán los recuerdos, esas tardes y noches mágicas que en algún momento llevaron al cuadro huilense a disputar finales del fútbol colombiano. El estadio Guillermo Plazas Alcid está enfermo, y ya no tiene fuerzas para albergar la tradición futbolera ni tampoco a su orgullo, el Atlético Huila. Las luces se apagaron, las puertas del estadio se cerraron y en las taquillas ya no habrá venta de boletería.
Los malos manejos directivos hicieron que el club perdiera la categoría y se sumiera en una profunda crisis financiera, a tal punto que fue puesto a la venta. Apareció el consorcio dueño de Independiente del Valle ecuatoriano para colocar el dinero sobre la mesa y hacerse a la ficha del club colombiano.
Al inicio del juego, la promesa era continuar siendo el mismo Huila, pero con un proyecto sólido, rentable y ganador. Sin embargo, la realidad de la infraestructura del escenario deportivo hizo que con un cambio de frente se tomara una decisión distinta: que el equipo se fuera de la ciudad. Poco importa la tradición en los negocios; el amor por el club de miles de huilenses fue hecho a un lado.
El traslado de la ficha y el cambio de sede hacia Yumbo, en el Valle del Cauca, tomó a muchos por sorpresa, como en una final que se va perdiendo: hasta el último segundo se esperó la llegada del gol del título, pero nunca se dio. La afición huilense se deberá ahora despedir del que fue el equipo de sus amores. En los anaqueles quedará el recuerdo de esas jornadas goleadoras del “Teacher” Berrío, de los subcampeonatos de los años 2007 y 2009, o de la asistencia a la Copa Sudamericana del 2010. Se van los opitas del fútbol profesional, la pelota se detiene y será guardada en la tula del ayer.
