Donald Trump amplió su ofensiva verbal contra la Unión Europea al calificar a los líderes europeos como “débiles” y afirmar que “no saben qué hacer”.
En una entrevista concedida recientemente, el presidente de Estados Unidos señaló que los gobiernos europeos buscan mantener una postura “políticamente correcta” y reiteró que, en su criterio, el continente atraviesa un proceso de “decadencia”. Sus declaraciones se suman al diagnóstico ya expuesto por su administración en la reciente Estrategia de Seguridad Nacional.
En sus críticas, Trump cuestionó la gestión europea frente a la inmigración, mencionando los casos de París y Londres, y relacionó los resultados electorales con los cambios demográficos producto de la llegada de migrantes. También señaló la falta de avances para llegar a un acuerdo que permita poner fin a la guerra en Ucrania, asegurando que los países europeos “hablan, pero no producen”, mientras el conflicto continúa activo pese a sus promesas de encontrar una salida rápida.
El mandatario estadounidense volvió a poner en duda la solidez democrática de Ucrania e insistió en que la posposición de elecciones bajo la ley marcial constituye una forma de “utilizar la guerra” para evitar una jornada electoral. Afirmó que los ciudadanos ucranianos deberían tener la posibilidad de votar incluso en el actual contexto.
Las declaraciones amplificaron el distanciamiento con Bruselas y generaron reacciones desde algunos gobiernos europeos. Entre ellas, la del presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, quien señaló que, aunque Estados Unidos aún considera a Europa un aliado, no puede haber interferencias en las decisiones políticas internas de los países miembros. Costa insistió en que los aliados deben actuar como tales y no amenazar los procesos democráticos.
Mientras desde la Comisión Europea no se produjo una respuesta directa, la vocería comunitaria reiteró su respaldo a la presidenta Ursula von der Leyen y evitó profundizar en las tensiones. Alemania también reaccionó a través del canciller Friedrich Merz, quien declaró que varios puntos del documento estratégico estadounidense resultan “inaceptables” para Europa y añadió que los países europeos no requieren instrucciones externas para proteger sus instituciones democráticas.
Las declaraciones fueron bien recibidas por Moscú. El Kremlin destacó que la nueva línea estratégica estadounidense coincide con su visión sobre las relaciones con Europa. Voceros rusos afirmaron que el enfoque de EE. UU. refuerza la posibilidad de un diálogo favorable para sus intereses. Paralelamente, figuras cercanas al gobierno ruso celebraron los señalamientos de Trump sobre la situación política en Europa.
Estas críticas se producen en un momento en el que Rusia ha intensificado su discurso contra los gobiernos europeos y sobre el desarrollo de la guerra en Ucrania. Voces cercanas al Kremlin han asegurado que el objetivo es influir en la opinión pública europea y aprovechar el distanciamiento entre Washington y sus aliados.
En este contexto, Trump también afirmó que Rusia tiene actualmente “la ventaja” en la guerra y que el presidente Volodímir Zelenski tendrá que “aceptar las cosas” en los esfuerzos para avanzar hacia un eventual acuerdo.
Este escenario ocurre mientras Zelenski se reúne con líderes europeos en busca de mantener el respaldo militar y financiero para su país. Sin embargo, la retórica estadounidense y las reacciones rusas han añadido presión a una relación transatlántica marcada por desacuerdos y cuestionamientos sobre el futuro del apoyo occidental a Ucrania.
