Después de pasar 32 años en cautiverio como mascota, una lora frentiamarilla (Amazona ochrocephala), especie silvestre protegida en Colombia, fue ingresada al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación (CAVR) de fauna silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Durante la valoración médica, el equipo veterinario evidenció un grave deterioro en su estado de salud, consecuencia directa del encierro prolongado y el manejo inadecuado.
Según el reporte, el ave llegó con el pico deformado, producto de la ausencia de superficies naturales como ramas o cortezas necesarias para su desgaste natural. Además, presentaba uñas excesivamente largas, lo que le dificultaba apoyarse correctamente y le generó una inflamación crónica y dolorosa en las patas.
Durante la revisión clínica, los especialistas identificaron abscesos en las extremidades, plumaje grasoso, zonas con pérdida de plumas y escamas en la piel, signos claros de un estado de salud comprometido por años de privación de condiciones adecuadas.
De acuerdo con Alejandro Vásquez Campuzano, subdirector ambiental del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, desde el año 2024 hasta la fecha, el CAVR ha recibido 748 loros de diferentes especies, de los cuales el 57 % están relacionados con el tráfico ilegal de fauna, ya sea por incautaciones o entregas voluntarias. La lora frentiamarilla ha sido la especie más reportada, con 385 individuos, seguida por la lora barbiamarilla (243) y la lora cabeciazul (59).
El Área Metropolitana hizo un llamado urgente a la ciudadanía a respetar la vida silvestre y denunciar su tenencia ilegal. Aves como los loros no son mascotas: necesitan volar, alimentarse de frutos y semillas de su hábitat, interactuar con otras aves y cumplir funciones ecológicas esenciales.