Este es el debate que genera la conducta digital del presidente de Colombia, Gustavo Petro pues el uso de las redes sociales ha encendido las alarmas y un fuerte debate nacional. Su constante actividad en X no solo ha sido motivo de polémica, sino que ha generado desinformación, pánico económico, conflictos internacionales y una constante sensación de inestabilidad gubernamental y falta de liderazgo.
La pregunta que se impone en la discusión pública es clara: ¿Debe regularse la comunicación presidencial en redes sociales? Para muchos analistas, la respuesta es sí. La incapacidad del presidente para distinguir entre su papel institucional y su rol personal ha convertido su cuenta de X en una fuente recurrente de crisis que afectan la gobernabilidad del país.
Una comunicación sin filtros y sin control
Desde el inicio de su mandato, Petro ha utilizado X como su principal canal de comunicación, desplazando a los medios oficiales del gobierno y a sus propios voceros. Su uso de esta plataforma ha sido impulsivo y muchas veces carente de verificación, lo que ha llevado a que su propio equipo de gobierno tenga que desmentirlo en múltiples ocasiones.
Ejemplos de ello sobran. Desde la reciente falsa alerta de tsunami tras un sismo en el Caribe que obligó a la Unidad Nacional para la gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) a corregirlo públicamente, hasta acusaciones sin pruebas contra opositores, periodistas y magistrados de las altas cortes. Petro ha utilizado las redes como un arma para atacar a quienes piensan diferente y como un medio para lanzar órdenes de gobierno apresuradas, sin la consulta de sus ministros ni la debida deliberación institucional.
Un presidente que “tuitea” más de lo que gobierna
El país ha sido testigo de cómo, a cualquier hora del día o de la madrugada, el presidente lanza mensajes que generan caos e incertidumbre. En lugar de liderar desde la Casa de Nariño con decisiones concertadas, Petro parece gobernar desde su celular, a menudo sin medir las consecuencias de sus palabras.
El impacto de esta comunicación descontrolada ha sido evidente, pues ha generado pánico económico, como ocurrió con sus comentarios sobre el sistema pensional y el sector energético, los cuales causaron caídas en el mercado o como el reciente dilema generado con Donald Trump que alarmó por las medidas de aranceles que tuvo que ser controlado por parte de su equipo de gobierno y buscar al expresidente Uribe para solucionarlo.
Igualmente ha propiciado conflictos internacionales, como cuando cazó pelea con Israel, el mismo ya citado con Trump o cuando insulta a presidentes de gobiernos extranjeros como ha ocurrido con Milei de Argentina o Bukele de El Salvador. En el mismo sentido Petro ha atentado contra la seguridad nacional, al divulgar información que debería permanecer en el ámbito reservado del Estado, como cuando ha revelado mapas y coordenadas de ubicación de campamentos del ELN previo a operaciones militares.
Pero Petro también ha desatado crisis políticas internas, atacando a alcaldes, gobernadores, magistrados y organismos de control, cuando las decisiones van en contra de sus intereses y deseos como los fuertes ataques contra el CNE, la Corte Suprema de Justicia o la Procuraduría General; o cuando ha atacado al alcalde de Medellín, Federico Gutierrez, el Gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón; incluso a ex funcionarios de su gobierno.
¿regulación o autocontrol?
El debate no es sobre censura, sino sobre la necesidad de establecer límites a la comunicación presidencial en redes sociales. La diferencia entre un ciudadano común y un jefe de Estado es que este último debe responder a la estabilidad del país y no puede actuar impulsivamente sin generar consecuencias.
Algunas voces plantean la necesidad de que la comunicación oficial del gobierno se haga únicamente a través de canales institucionales, con protocolos claros de verificación y responsabilidad. Otras sugieren que se establezca una distinción clara entre la cuenta personal del presidente y la comunicación estatal, impidiendo que desde su perfil privado se emitan mensajes que comprometan al país.
Lo cierto es que la línea entre el Gustavo Petro ciudadano y el Gustavo Petro presidente se ha desdibujado en X, y esto ha sumido a Colombia en un estado constante de incertidumbre, que va desde pánico económico hasta crisis internacionales pasando por líos jurídicos por injuria calumnia exigencia de retractación y hasta inseguridad jurídica.
La pregunta no es si Petro debe seguir usando redes sociales, sino si el país puede permitirse que su mandatario siga generando crisis con cada trino.
El país no necesita un presidente que gobierne con impulsos digitales, sino un Líder que tome decisiones con responsabilidad y seriedad. Por estas razones algunos plantean que el congreso de la República debe dar el debate y crear una ley que regule y cree protocolos concretos de Comunicacion presidencial y estatal desde lo institucional para evitar más conflictos con los que ha generado el presidente de Gustavo Petro.