Durante la 55ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Antigua y Barbuda, la canciller colombiana Laura Sarabia intervino con un mensaje centrado en la necesidad de que países como Venezuela y Haití sean incluidos en las discusiones multilaterales. Bajo el argumento de que toda solución regional debe contar con la participación activa de los Estados involucrados, Sarabia dejó clara su postura.
Esta posición de la jefe de la cartera se da en un contexto marcado por las tensiones que aún rodean la legitimidad de la representación venezolana en el sistema interamericano. Pese a los cuestionamientos planteados por diversos gobiernos, como Estados Unidos, Sarabia defendió que el país vecino debe ser parte de los mecanismos regionales de diálogo, en línea con la visión del Gobierno de Gustavo Petro sobre una salida negociada a la crisis institucional que atraviesa esa Nación.
Durante su intervención, la canciller también se refirió a la situación de Haití, señalando que se requiere pasar del discurso a la acción para atender los desafíos comunes que enfrenta el continente. No obstante, no se detallaron propuestas concretas desde la delegación colombiana, más allá del llamado a mantener el rol de la OEA como espacio de concertación.
El énfasis en incluir al gobierno venezolano en los mecanismos regionales se dio a pesar de que el propio Estado colombiano no ha reconocido oficialmente los resultados de las elecciones celebradas en Venezuela.
Esta contradicción ha generado dudas entre analistas, especialmente considerando que el embajador de Colombia en Caracas, Milton Rengifo, sí asistió a la posesión de Nicolás Maduro. La asistencia fue interpretada como un gesto diplomático que contrasta con la supuesta reserva expresada desde el Gobierno.
Aun así, el Ejecutivo ha insistido en mantener relaciones con Caracas, argumentando que se deben preservar los canales bilaterales abiertos. Sarabia sostuvo que Colombia llegó a la Asamblea con el objetivo de fortalecer la democracia en la región, aunque evitó hacer referencias directas a los mecanismos internos mediante los cuales se evaluarían los procesos electorales cuestionados.
Sarabia dejó entrever que cualquier reconocimiento electoral debe estar condicionado a la verificación de las actas, aunque no aclaró cuál sería el papel de Colombia frente a los comicios próximos en Venezuela, ni qué tipo de observación, veeduría o pronunciamiento técnico acompañaría esas verificaciones.
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